Ayer La Sexta estrenaba Pesadilla en la cocina, la versión española del exitoso programa Kitchen Nightmares, que presenta en las televisiones británica y norteamericana el chef Gordon Ramsay, internacionalmente conocido por su mala leche y duro estómago.
El programa original se lleva emitiendo en España varios años, en televisión de pago y en Nova y es uno de esos formatos que tan pronto cazas en un zapping es imposible no quedarse a ver, sobre todo si lo pillas al principio, cuando el chef está probando la comida o cuando se mete en cocinas más propias de un programa especial de Halloween que de uno de gastronomía.
A imagen y semejanza de muchos de los programas de coaching que se han puesto de moda en los últimos años, Pesadilla en la cocina pretende dar ciertas claves de funcionamiento esencial a restaurantes en quiebra o a punto de cerrar, restaurantes que tienen graves problemas internos que el chef identificará y procurará cambiar en los pocos días que tiene para intentar salvar la empresa.
La principal duda antes de ver la versión española del programa era si el chef Chicote estaría a la altura de Ramsay, protagonista absoluto del programa, por muy impresionantes que sean las historias particulares de los dueños y trabajadores de los restaurantes que se visitan. Y lo cierto es que, no solo está a la altura, sino que añade un punto de ingenio a las críticas que hace que Ramsay no tiene. Comentarios como «no habéis matado a nadie con esta comida porque no vienen» o «esto no es gastronomía, es balística» nos hacen soltar una carcajada en medio de lo que, visto con un poco de análisis crítico, es un auténtico atentado contra la salud pública (me pregunto donde están los inspectores de sanidad para que estos restaurantes operen así en su día a día).
La versión española del programa es un calco exacto de la versión original, al menos de la americana, que podemos ver inmediatamente después de la emisión de los programas de estreno, otro gran acierto de programación, que ha dejado el formato en 40 minutos, sin alargarlo innecesariamente para cubrir el slot habitual del prime time patrio (en esto jugaban con cierta ventaja, pues el espectador de La Sexta ya está acostumbrado a ver programas de 40 minutos en la franja). Si te has quedado con ganas de más, toma Ramsay.
El estreno en audiencias ha sido todo un éxito, con un 13,7% de share, que lo convierten en el mejor estreno de un reality de esta cadena. Competía con pesos pesados de la programación como El Barco y Quién quiere casarse con mi hijo, producido este último por Cuatro Cabezas, la misma productora que Pesadilla en la cocina. Igual que ocurre con aquel, las cosas que pasan son tan inverosímiles y los protagonistas tan increíbles en ocasiones, que el trabajo de casting que hay detrás es digno de admiración. Cuando estás viendo un formato con gente de verdad pueden pasar varias cosas: que los protagonistas sean personas normales y naturales, que estén sobreactuados o que se pasen de rosca tanto que sean geniales y creo que este es el punto que, en dos registros muy distintos, Cuatro Cabezas ha logrado en lo que ya hoy son sus dos programas de cabecera.
Hace cosa de año y medio escribía una entrada sobre la versión americana del programa, en ella apelaba al caracter español medio para asegurar que este programa no funcionaría en nuestro país, al menos como elemento de promoción de los restaurantes protagonistas, pues no somos muy dados a ayudar a levantarse al que fracasa. Aparte de eso, en este caso se está jugando con lo que nos llevamos a la boca y al estómago y he de reconocer que yo soy de las que opina que un guarro de cierta edad ya no está a tiempo de ser reeducado. Creo que ese es el principal escollo al que se enfrenta el programa, pero, dado que eso va más allá de lo televisivo, lo dejaremos para debatir en otros foros.
Bien por Chicote….