Hace unos días, llamaba mi atención Pau Bacardit sobre el programa de La 2, Capacitados, un proyecto claramente enfocado al servicio público, sin muchas posibilidades de ser emitido en otro lugar que no sea la cadena pública, pero que en su desarrollo ha dado un resultado bastante entretenido y creo que marca la pauta de lo que debería ser un formato de estas características.
Cuando se nos habla de programación de servicio público rápidamente tendemos a pensar en algo sin interés, aburrido, con poco ritmo, mucha palabrería y poco interés para el ciudadano de a pie, que ya conoce los problemas e inquietudes de la sociedad pero que difícilmente conectará con la televisión para algo que no sea informarse de las últimas noticias (cada vez menos) y el puro entretenimiento sin pretensiones. Culpamos muchas veces a la sociedad de alimentar una televisión banal, sin principios ni valores y a la propia televisión de engordar este encefalograma plano, pero muchas veces basta con un poquito de esfuerzo para conjugar ambas cosas y lograr hacer una programación que, al mismo tiempo que pone el foco sobre cuestiones relevantes, entretiene al espectador y busca la complicidad con ellos a base de elementos propios de otro tipo de contenidos.
Capacitados es un claro ejemplo de esta idea: en un intento de acercar a la sociedad los problemas más comunes de los ciudadanos con algún tipo de invalidez, el programa pone en la piel de ciegos, sordos o personas en silla de ruedas a algunos de los personajes más conocidos de la televisión, bien sea por sus éxitos deportivos, como el caso de Jorge Lorenzo, bien por los televisivos, como ocurre con Carmen Machi y Guillermo Campra o los musicales, como el caso aún no emitido de David Bisbal. Así, de la mano de personas anónimas que conviven con estos problemas día a día y en un formato ameno y sin reivindicaciones directas, descubrimos que se puede estar perfectamente capacitado para hacer una vida normal aunque el día a día ofrezca pruebas complicadas, las calles no estén adaptadas convenientemente o las personas con las que nos encontramos no sepan bien cómo tratar a quienes son diferentes.
Técnicamente, el programa carece de narrador o entrevistas y simplemente sigue al personaje famoso y al que será su acompañante durante el día, mostrando las dificultades del recién llegado y cómo los discapacitados se adaptan a sus circunstancias y consiguen ser ayuda y guía para otros. Evidentemente, el programa ha buscado protagonistas anónimos que se enfrentan con buen humor a sus «problemas», que hacen bromas con ello y que hacen sentirse cómodo al invitado, sin miedo a esos lugares comunes que pueden resultar políticamente incorrectos o incómodos para quienes no se enfrentan día a día a una vida sin luz o sin poder caminar.
Desde mi punto de vista, este es el tipo de programación que debería hacerse cuando hablamos de servicio público y no es tan complicado encontrar fórmulas que sean atractivas y puedan emitirse en cualquier canal. Capacitados es un ejemplo, pero ya antes hemos visto cosas parecidas que podrían haber funcionado igualmente bien y que al final no pasaron de programas de entretenimiento. Ejemplos como 21 días cuando Samantha Villar habló de la anorexia o los sin techo o aquel otro programa de Antena 3 en el que unos famosos vivían en la calle, Invisibles.
Buscando información sobre el programa, también he encontrado un documental en el que Ferrán Adriá, Marcos de Quinto (Coca-Cola) y María Garaña (Microsoft Ibérica) hacían lo mismo. Entiendo que este es el origen del programa que ahora vemos en La 2.
El servicio público, lo social, lo solidario, no debe estar reñido con el entretenimiento y la comunicación de masas, al final, lo importante con este tipo de programas es llegar al mayor número de personas posible y si para ello hay que darle un toque de entretenimiento, un poco de humor y algunas caras conocidas, bienvenido sea.