Hace un par de semanas Paco León alzaba la voz para criticar el tratamiento que Telecinco daba a la serie Aída. En su momento escribí un post al respecto para Generación Young, un blog con el que colaboro ocasionalmente y hoy me encuentro con que aquello que escribí vuelve a ser vigente, tras las protestas de Pepe Viyuela al respecto de lo mismo: los vaivenes de Aída en la parrilla. Dos semanas después reproduzco una opinión que podría haber escrito esta misma mañana:
Muchos son los actores que se dedican a criticar en las redes sociales a las cadenas que programan las series en las que participan. Es una moda muy reciente, alentada por la proliferación de la conversación en redes sociales y seguramente por el apoyo que en estos casos se siente del público, de los seguidores de actores y programas, que están tan frustrados como ellos por no poder ver su serie favorita a la hora habitual, por cambios de programación inesperados, retrasos contínuos en la hora de emisión o desaparición de la parrilla sin mayor información.
Es cierto, las cadenas de televisión en abierto parecen no emitir para el público, en ocasiones parecería que buscan cabrearnos, que no se les ocurre mejor manera de competir o aprovechar el tirón de ciertos programas que molestando a los que deberían ser sus principales clientes, los espectadores, esos con cuya atención pagan después a las marcas. Sí, estamos cabreados muchas veces, no entendemos nada de la mayoría de los cambios y, si encima no somos especialistas de la información televisiva y desconocemos las circunstancias que rodean estos cambios, las cosas nos parecerán aún mas incomprensibles. Como consumidores, tenemos todo el derecho a protestar.
Sin embargo, y aunque los integrantes de un determinado programa sean espectadores también y sean los principales interesados en que la audiencia salga a delante, que ellos critiquen abiertamente las decisiones de programación que no comprenden está feo. Aunque no lo parezca, la mayor parte de las veces existe un motivo de peso detrás de estos cambios, uno que hace pensar al equipo responsable de tomar estas decisiones que, efectivamente, eso será bueno para el producto que venden, uno que permitirá a la cadena tener mejor audiencia y así dar continuidad al programa.
¿Que no lo entendemos? Por supuesto que no. ¿Que a veces parece que se quieran cargar el programa? Seguro. ¿Que nos parezca una absoluta falta de respeto a la audiencia? En no pocas ocasiones.
Sin embargo, ¿qué pensaría un actor si el director de programación de una cadena para la que trabaja comentara públicamente la calidad de su interpretación? Seguramente no le parecería nada bien, ni adecuado, posiblemente comentaría algo así como «mientras yo te de audiencia, tú ocúpate de programar mi serie». Pues eso.
No siempre es así, muchas veces, tienes pagada la serie, y ….sólo tienes X slots (que se diría en aviación) buenos disponibles, tienes que elegir, a quién pones en la tarde del domingo a pepito o a fulanito. Antes estaba fulanito, pero no nos está rindiendo como pensábamos y no tiene ya tanto recorrido y pepito parece que puede sacar mejores notas. ¿Qué hacemos? Sencillo reprogramamos a fulanito y lo mandamos a la tarde del puto miércoles, que suele coincidir con el fútbol. Los de fulanito se quejan porque les están haciendo un poco la cama (estilo Fringe con la noche de los viernes), pero la culpa es suya, si la cadena confiase más en ellos (o tuviesen motivos para confiar más) pues a lo mejor seguían en el mejor horario.
Las cadenas hacen lo creen que es mejor para ellos, que suele ser tener más audiencia, y por consiguiente, ingresos por publicidad. Si un programa no cumple espectativas y tienen otro mejor o bien cancelan directamente y o bien cancelan un tercero, mueven al mejor al mejor horario, y trasladan el que ya no funciona tan bien como antes.
No es tan complicado de entender…. , a no ser que seas Paco León, claro