Ahora que se anuncia que serán las comunidades de vecinos las que asuman el gasto de una nueva actualización de las antenas de TDT, me viene a la cabeza todo lo que esta nueva manera de recibir las señales de televisión ha traído a nuestras vidas desde que, hace ya una década, empezaran a vendernos el cambio como un gran avance, no solo tecnológico, también en cuestión de contenidos.
El cambio no ha sido tan bonito como nos lo pintaron, muchas cosas se han quedado por el camino y otras tantas aún están por resolver ¿compensa el conjunto?
Calidad de la imagen: sí, hemos ganado el HD, que es un gusto pero, a cambio, tenemos que sufrir las inclemencias del tiempo reflejadas en la pantalla. Cuando hay viento y tormenta, cuando hace calor excesivo, las interferencias son numerosas y mucho más molestas que la antigua nieve que dificultaba la visión en la emisión analógica. Últimamente ha mejorado bastante, pero no deja de ser llamativo que una tecnología más moderna y de mayor calidad teórica, de tan mal resultado.
Guía de programación e información de programas: otra de las ventajas que nos prometían y que debería ser muy sencilla pero, sea por culpa de las cadenas o de la tecnología detrás del servicio, aún estoy por ver por primera vez un pantallazo en el que aparezcan todos los programas disponibles. Ya ni siquiera pido que estén actualizados con los últimos cambios y las contraprogramaciones, solo que estén y que las descripciones sean mínimas. En mi caso concreto, el SIN INFORMACION, es el programa más habitual de la parrilla.
Canales que aparecen o desaparecen: cada cierto tiempo se producen cambios en la oferta, desde la aparición de nuevos canales en espacios en los que aún no se emitía nada, a la desaparición de otros por decisión empresarial, lo que complica la ordenación de los canales en el hogar y así la necesaria identificación de la oferta con los números correspondientes del canal que permitan un acceso rápido a los mismos.
Resintonizaciones completas: siguiendo con el punto anterior, algunos aparatos, muy pocos, permiten resintonizar y que únicamente se añadan los nuevos canales, sin tocar lo que ya está sintonizado y ordenado, pero la mayor parte de ellos no lo hacen así y en cada resintonización perdemos la información y el órden previamente establecidos.
Muchos de nosotros nos limitamos a zapear pasando por toda la oferta, pero esto no es lo normal y la identificación de canales con números es un bien altamente preciado, de ahí los cambios que en ocasiones llevan a cabo en su dial las televisiones de pago y de ahí que las nuevas cadenas hayan buscado identificarse con algunos números cuando aún estaban disponibles. En la TDT esto se ha vuelto imposible: el espectador tiene que sentarse cada cierto tiempo frente al televisor y armarse de paciencia resintonizando y recolocando los canales en la parrilla, en cada uno de los televisores que tenga en casa y siempre que la climatología sea propicia y encuentre todo lo que hay o, como mínimo, lo que ya teníamos. ¿Alguien habrá conseguido tener todos los canales en los mismos números en todas las televisiones de su casa? Yo no y, pese a lo que pueda parecer, tampoco tengo tantas.
Interactividad: esta es la mayor ventaja que durante años se nos vendió con respecto a la TDT, lo que iba a revolucionar nuestras vidas como espectadores de televisión y consumidores sociales. Demasiado tarde. El inesperado avance de internet y las redes sociales se ha comido literalmente todas las funcionalidades que pensábamos se incluirían en la programación, que nunca tuvo opciones desde que los primeros descodificadores que se distribuyeron ni siquiera contaban con la necesaria bidireccionalidad en el envío de datos.
Aumento de la oferta: en cuestión de contenidos sí hemos ganado. Pasar de tener menos de diez canales a disponer de más de una treintena de ellos es sin duda un avance. Aunque muchos tengan reposiciones de series antiguas o redifusiones de la programación de la semana, esta es una práctica muy común en canales temáticos y permite además ver muchos programas fuera de su hora de emisión habitual, de forma inesperada y en muchos casos se agradece. Además, hay un buen puñado de series procedimentales que pueden verse casi a diario y que garantizan un buen entretenimiento incluso viéndolas desordenadas que yo, personalmente, valoro.
Pese a que son muchas las personas que se quejan de la falta de una oferta de calidad, creo que existen muchos canales que se esfuerzan por ofrecer una parrilla diferente, con contenidos específicos para determinados públicos y trabajando en conformar producto completo. Ejemplos como Divinity, Discovery Max, Paramount Channel, La Sexta 3 o incluso MTV son consistentes en su programación y enriquecen la oferta general.
Seguro que me dejo muchos pros y contras por el camino, pero estos son los más destacados en mi día a día, los que considero más relevantes y los que realmente me hacen ser consciente de la tecnología por la que recibo la señal cada día, algo que debería ser transparente para el usuario. Pese a todos los inconvenientes, creo que en general hemos salido ganando.
A mi me da mas o menos igual, veo la TV tres veces al año y cada vez que lo hago el nivel parece ser inferior que la anterior…
Yo creo que es como cuando ves a determinada familia en navidades y ves a ese hijo de un primo que parece que cada año crece un palmo… los padres no se dan cuenta como crece el cabron, pero los que lo vemos de pascuas en ramos si.
Asi pasa tambien con la TV, los que la ven todos los dias no se dan cuenta de lo mucho que ha empeorado la TV en este pais, y es que ahora que el pastel se lo tienen que repartir 30 en lugar de 5, hay bastante menos dinero para hacer programacion de calidad.