Ayer Pulseras Rojas conseguía ser líder de audiencia en Antena 3 por segunda semana consecutiva, demostrando que esta apuesta narrativa, difícil, ha sabido contar sus crudas historias con la suficiente cercanía y naturalidad como para que los espectadores la sigan más allá de la curiosidad de la primera semana. Su buen funcionamiento es la prueba de su calidad y el buen hacer de todos los miembros del equipo y también prueba del acierto de alguien que en Antena 3 decidió que la versión en castellano de esta serie originalmente grabada en catalán necesitaba un nuevo doblaje, sin el cual puede que no hubiera traspasado la pantalla de la misma manera.
Antes de estrenarse en abierto, Pulseras Rojas había pasado por TNT, canal que la emitió con el doblaje proporcionado por la propia productora de la serie, llevado a cabo por los mismos actores que interpretaban a los personajes. Esta decisión, a priori lógica y adecuada, resultó no ser del todo perfecta, pues el que es un buen actor no tiene por qué ser un buen doblador y en la mayor parte de los casos, pese a ser ellos mismos, los diálogos no terminaban de encajar con las interpretaciones y, aunque la historia es tan intensa como para hacerte olvidar esta particularidad al cabo de un tiempo, en emisiones en abierto los espectadores son implacables, o los enganchas de forma inmediata o los has perdido.
Al margen de las facultades interpretativas que los actores de la serie pudieran tener como intérpretes de doblaje, otro punto a tener en cuenta a la hora de emitir la versión original doblada puede que fuera el marcado acento catalán de sus protagonistas, lógico siendo catalanes y algo que no debería ser un problema, del mismo modo que no lo es cuando vemos una serie americana donde los protagonistas son todos sureños, por ejemplo. En España sin embargo, no nos vamos a engañar, ni creo que debamos iniciar un debate político, pero es evidente que el tema de los idiomas no lo tenemos muy madurado. Podemos acusar a Antena 3 de centralista, de discriminatoria y de cualquiera de las cuestiones relacionadas con el idioma que se nos ocurran (de hecho, ya me extrañó que la semana pasada no saliera este tema, pero se ve que muy pocos habían visto la versión original doblada) pero, nos pongamos como nos pongamos, se trata de conquistar al máximo número de espectadores y buscar un doblaje lo más neutro posible es algo que viene haciéndose desde los tiempos de Walt Disney.
Otro elemento más, relacionado con el doblaje, que ha beneficiado a la serie es la calidad general del sonido. Si hay algo de lo que profesionales y espectadores con un poco de criterio se quejan siempre en series y películas españolas es del mal sonido, de la dificultad para entender o siquiera escuchar lo que dicen los actores. No sé técnicamente cual es el problema, pues los aparatos que se utilizan son generalmente de buena calidad y los técnicos de sonido tan profesionales como sus compañeros. Sin embargo, la mitad de los diálogos no se escuchan bien ¿por qué? Ni idea, pero la mayor parte de las veces es mucho más agradable ver un producto doblado, aunque solo sea porque se escucha y se entiende todo.
Y por último, pero no menos importante, lo «tontos» que somos los españoles con el producto patrio, que siempre nos parece peor que el importado. Aunque en los últimos años las producciones de ficción españolas tengan mejor audiencia y aceptación general que las americanas, siempre tenemos en mente esa frase absurda «qué bien hecho está, no parece español», una expresión que deberíamos borrar de una vez de nuestro imaginario, que ya hace tiempo que hay de todo en «la viña del señor». Pese a ello, parece que ser español sea un punto negativo para cualquier producto de ficción que empieza, aunque luego nos enganchemos mayoritariamente a ellos frente a lo que viene de fuera (veremos que pasa esta noche con Juego de Tronos). Y así, ver Pulseras Rojas con ese soniquete tan característico de las series dobladas, hace que nos parezca que no es un producto español, lo que unido al resto de elementos de calidad, produce una sensación distinta, mejor y más fácil de aceptar. Tonto, pero tan real como la conexión cerebral que lo provoca.
Cuando uno se plantea estas cuestiones, sería maravilloso vivir en Fringe y tener un universo alternativo en el que poder poner a prueba estas teorías, en el que poder emitir Pulseras Rojas en versión original con subtítulos y otro más para emitirla con el doblaje original y ver los resultados. Sin Peter, ni Walter, ni Olivia, no nos queda más remedio que apostar por teorías que no pueden probarse y que, en muchos casos, se sustentan en una lógica que los resultados televisivos se empeñan en contraríar. En estas circunstancias se encuentran quienes toman decisiones de programación que a veces nos resultan inexplicables y a los que siempre damos mucha caña desde nuestra posición de espectadores con criterio, el nuestro propio y subjetivo, claro. En este caso, creo que Antena 3 acierta con la idea de rehacer el doblaje y estoy convencida de que es parte del éxito de audiencia de una serie complicada como Pulseras Rojas.
Pues creo que, como traducción audiovisual que es, adolece de los mismos vicios que otros ejemplos, como el exceso de subjuntivo para exhortar («larguémonos», «vayamos», «hagámoslo»), que no resulta nada natural en castellano, o el abuso de la perífrasis «haber de», clara interferencia del catalán.