Nada nuevo sobre la huelga de guionistas pero, ante los comentarios sobre la actividad en torno a esta huelga en el día de ayer, me llaman la atención dos cuestiones:
De una parte el apoyo que los guionistas están recibiendo por parte de los actores, algunos de los cuales se han unido a los piquetes para defender los derechos de sus compañeros. Este apoyo no deja lugar a ninguna duda: tan pronto finalicen los contratos de la asociación de actores con las grandes productoras, estos reclamarán también su parte del pastel y si no se les da lo que consideran justo irán también a la huelga. Nos esperan malos tiempos para las series.
De otra parte el hecho de que si un guionista decide no ir a la huelga y trabajar pueda ser multado por la asociación de guionistas en una interpretación del derecho a la huelga un poco extraña. Dado que hay muchos guionistas que son también actores de su propia serie, se plantea la duda de si estos deben acudir a su puesto de trabajo como actores o deben negarse, en virtud de su condición de guionista en huelga. En definitiva, que si eres un pobre guionista que no puede permitirse el lujo de estar sin cobrar, siel presentador de tu programa no está podrido de dinero y te pagaigual,si no estas de acuerdo con las reclamaciones de la unión o simplemente eres un pelota insolidario, puedes ser multado por seguir yendo a trabajar, algo inconcebible desde el punto de vista de un español y nuestro concepto del derecho de huelga (que es eso mismo, un derecho y nunca una obligación).
Esto me recuerda a lo cerrado de algunas profesiones televisivas en EE.UU., donde la pertenencia a una Unión y trabajar en determinadas cadenas de televisión puede suponer que nadie pueda hacer tu trabajo cuando no estás si no forma parte de la misma Unión, hasta el punto de no poder ni tocar sus instrumentos de trabajo.
Me ocurrió una vez a punto de empezar a grabar un programa y cuando laoperadora de grafismo aun no había llegado: se me ocurrió sentarme frente al chyron y empezar a escribir algunas de las cosas que hacían falta y me gané una bronca cuando la operadora llegó y me vió allí sentada. Me acusó estar haciendo algo ilícito porque los productores no tenían derecho a escribir en el chyron, algo totalmente inconcebible para mi forma de trabajar donde, en lugar de estar llamando la atención de un empleado por llegar tarde me veía acusada de intrusismo por ayudar a que el trabajo estuviera listo a tiempo. Afortunadamente allí no regía «la ley» de las Uniones y la operadora hubo de aguantarse que yo tocara su «intocable» chyron esa y más veces pero la primera reacción fue verdaderamente sorprendente.