¿Qué tienen los concursos que siempre parecen programas antiguos? Me da lo mismo que sea lo nuevo de Ramón García, la repesca de El millonario en La Sexta (por cierto, ya cancelado) o el modernísimo El Cubo en Cuatro, yo veo un concurso en televisión y me suena a entretenimiento clásico, con todas las connotaciones viejunas que el término clásico lleva consigo. Y por supuesto, ¿Conoces España? no ha sido una excepción.
Ya desde su concepción, la cosa olía a naftalina, algo que el grafismo no logró apartar de mi mente y que, una vez visto el plató y la puesta en escena, me reafirma aún más. La sensación general era de concurso baratillo de televisión autonómica, con todos los respetos a los profesionales de estas televisiones que deben hacer encaje de bolillos con lo que tienen o incluso de concurso para colegios, de aquellos que había hace décadas y que buscaban animar a los pequeños al estudio, fomentar la cultura general y hacer estrellas de algunos marisabidillos televisivos. Que el presentador sea la voz en off y se presente a sí mismo es síntoma inequívoco del tipo de programa low cost al que nos enfrentamos, hasta él mismo se ríe del asunto en su primera línea de guión frente a cámara.
Ojo, que el programa es correctísimo, técnicamente impecable y Ramón García uno de los presentadores más majetes de la tele, simplemente el formato no es lo que alguien como yo espera ver, o mejor diría, busca ver, cuando pone la tele. Cuestión de gustos, pero nada reprochable.
Otra cosa que hace de este concurso un ejemplo de televisión pasada de moda: algo tan sencillo como el premio por acertar. Que vayan sumando puntos es algo que ya no se lleva en la tele, donde los euros son la moneda de cambio para atrapar a concursantes y audiencia. Esos fajos de dinero que se van sumando e incluso la vuelta de tuerca de partir con una buena cantidad que va restando es síntoma de modernidad desde que el Un, Dos, Tres pusiera a sus azafatas a multiplicar.
Las preguntas de este concurso, destinado a dar a conocer España, no sabría como definirlas de simplonas que son, otro elemento más para hacer de este un concurso de aspecto antiguo, más propio de una época en la que la gente tenía muchas menos facilidades para acceder a la información, la cultura, los viajes, pero hoy en día, yo le pido a la televisión de cultura general que me de otra cosa, otro nivel de profundidad, unos concursantes que brillen como los de Pasapalabra, unas preguntas que pongan a prueba la capacidad de razonar del concursante, algo que me inquiete como espectadora, que me ilustre aunque solo sea por un instante. No es el caso de ¿Conoces España? donde saber la letra del Chiki-Chiki o la ciudad natal de Penélope Cruz da puntos, pero escriben mal el apellido de Vicente Aleixandre.
Al final, los puntos se transforman en segundos y la concursante finalista se lleva a casa 3,500 euros del ala, que no está nada mal para el poco esfuerzo que ha hecho y a otra cosa mariposa.
qué perezón da….