Es sin ninguna duda la noticia televisiva de la jornada: el presidente de turno de RTVE ha presentado hoy un informe relativo a las finanzas de TVE en el que, entre otras cuestiones, se pone sobre la mesa la posibilidad de eliminar Teledeporte y Clan.
El revuelo está siendo mayúsculo y yo no sé muy bien por qué opinión decantarme. De una parte, me parece triste que estos dos canales deban desaparecer, pues cumplen una función realmente importante en el conjunto de la oferta televisiva, atendiendo a dos tipos de contenidos francamente desatendidos, como son los de los deportes minoritarios y los infantiles.
Pero, la pregunta es ¿son verdaderamente necesarios? En el caso de los deportes, las cadenas públicas, no solo la española, han sido tradicionalmente uno de los grandes sustentos de las competiciones deportivas y los avances tecnológicos que grandes eventos como las olimpiadas o los mundiales han supuesto, por lo que eliminar Teledeporte se antoja, no solo una pérdida para los espectadores, también para el desarrollo de la tecnología en materia televisiva y especialmente para el siempre descuidado deporte minoritario. Y hago hincapié en que solo el minoritario, pues los grandes eventos siempre tendrán un hueco en TVE1, La2 o cualquiera de las cadenas privadas dispuestas a pagar por sus derechos.
Por lo que se refiere a los contenidos infantiles, la principal pérdida viene del lado de la seguridad con que los padres dejan a los niños frente al televisor, sin ninguna duda. En este momento, solo los canales temáticos infantiles emiten programación para los niños (tímidamente lo hacen algunas cadenas los fines de semana, muy temprano) y, aunque yo siempre he sido partidaria de que sea responsabilidad de sus padres asegurarse de que estos ven contenidos adecuados, no es menos cierto que tener un canal que se puede sintonizar con la tranquilidad de que no aparecerá nada raro en su pantalla mientras nuestros hijos más pequeños se entretienen, es una ventaja nada despreciable.
Pese a todo, también he insistido en numerosas ocasiones en el hecho de que ver la televisión no es obligatorio ni una necesidad, por lo que los niños no deberían sufrir la pérdida y podrán desarrollarse perfectamente y suficientemente entretenidos con las múltiples opciones de ocio y diversión audiovisual que ofrecen otras cadenas temáticas infantiles e incluso internet (donde además, la web de TVE debería mantener activo el archivo de contenidos infantiles).
Que desaparezcan estos canales es una lástima, por supuesto, pero no es un drama (salvo para aquellos que puedan ver desaparecer sus puestos de trabajo, pero entonces entraríamos en otra cuestión que nada tiene que ver con la televisión). Tanto yo misma como un buen porcentaje de los que me leeis, hemos nacido y crecido con una televisión que no tenía temáticas, con una oferta misérrima al lado de la que tenemos ahora, con una televisión pública que era más que suficiente y no siempre omnipresente y sobrevivimos.
Perder ofertas de entretenimiento cuando ya nos hemos acostumbrado a tenerlas al alcance de la mano es una pena, que esto ocurra por falta de dinero también lo es pero ¿estamos dispuestos a renunciar a otras cosas para seguir teniendo dos canales más de televisión? Los responsables de las finanzas patrias nunca nos darán la opción de elegir dónde queremos que se inviertan nuestros impuestos pero, si lo hicieran ¿realmente pediríamos que fueran a parar a financiar la televisión pública y concretamente estos canales? ¡Cuánto lo dudo! Eso sí, lamentarlo es gratis y además sincero, pues somos muchos los que realmente estamos apenados con su posible desaparición.
Lo peor de todo este asunto: que posiblemente no hubiéramos llegado a este punto si la publicidad no hubiera desaparecido de TVE y que posiblemente no sería necesario si la volvieran a aceptar. Dos decisiones políticas, estas si, que a mí me cuesta comprender.
Plas plas, comparto opiniones.