Algo está pasando con Pan Am. La apuesta más importante de la cadena ABC, la que más dinero ha invertido en promocionarse mucho antes de su lanzamiento, la que probablemente sea la más vendida a nivel internacional y, sin duda, una de las más cuidadas producciones que hemos podido ver en los últimos años, no logra enganchar a la audiencia que, después de un estreno prometedor, ha ido disolviéndose semana a semana.
Para intentar salvar la serie, llega Steven Maeda, productor de larga tradición y no pocos éxitos, entre los que se encuentran Lost, CSI: Miami, Lie to me o X-Files
Pero ¿qué le pasa exactamente a Pan Am? Pues sencillamente que a la serie no le pasa nada. Con un primer episodio fabuloso e impecable en todos sus aspectos, desde la escenografía hasta la selección de personajes y la interpretación de actores, pasando por el ritmo y las historias que desplegaba, su evolución no ha sido tal y cada episodio parece dar vueltas sobre si mismo sin realmente avanzar.
Pese a no tener protagonistas claramente definidos todavía, cada episodio de los emitidos hasta el momento parece centrarse únicamente en un par de historias muy personales, mientras que el resto de personajes quedan relegados a un segundo plano o simplemente desaparecen, mostrando una falta de coralidad muy necesaria en una serie como esta que no se plantea como la historia de una azafata o un piloto y sus aventuras, sino como la historia de Pan Am y sus representantes.
Es cierto que apenas llevamos cinco episodios y que las circunstancias y personalidades de cada azafata, de cada piloto, se están perfilando y definiendo pero, volviendo al primer episodio, era tan redondo, que en apenas 40 minutos ya teníamos toda esa información que en otras series se desgrana más lentamente. No sabemos si el proyecto buscaba hacer una serie de personajes, donde lo importante son ellos y no aquello que les pasa o si, por el contrario, son las experiencias y posibilidades que proporcionaba ser empleado de la compañía aérea más glamourosa del mundo las que hacen pivotar toda la producción. Sea como sea, no parece que esté funcionando y cada episodio emitido hasta el momento se limita a mostrar a a tripulación perdiendo la cabeza en fiestas de alto nivel, eventos históricos de primera magnitud y hoteles de gran lujo, de forma inconexa y superficial.
Pan Am tiene muchas posibilidades, sus protagonistas están muy bien definidos, sus actores encajan como si realmente hubieran sido rescatados de los años 60 y el potencial que se deja entrever en algunas de las historias que esbozan es francamente interesante. Sin embargo, por el momento, en esta serie no parece ocurrir nada, es como un avión lleno de pasajeros esperando en pista a que la torre de control le de indicaciones para despegar… y los pasajeros empiezan a impacientarse.
Yo estoy en el dilema de empezar a verla. Es el estreno que más me apetece, pero la Ley de Murphy es implacable: en el momento en que me decida, vea el piloto y quiera más, ABC me dará el disgusto.