Muchas veces hemos comentado las razones que llevan a un canal de televisión a embarcarse en determinados proyectos que, por su envergadura o presupuesto, no parecen ser rentables más que de cara a la galería, destinados a generar una imagen positiva del canal y, en el caso de televisión de pago, a incitar a los espectadores que buscan novedades y televisión de calidad a abonarse a la plataforma que tenga ese determinado canal, o al canal en concreto si no lo tiene.
El ejemplo más reciente de esta apuesta por la calidad al margen de la rentabilidad es el de Canal +, que ha hecho de la producción propia una seña de identidad desde su nacimiento, junto con las retransmisiones de fútbol y las películas de estreno, pero que nunca se había metido a hacer ficción como estrategia. En este último año, sin embargo, han sido varias las apuestas que el canal nos ha traído en forma de serie original y muchas las buenas críticas que ha cosechado por ello.
Pese a todo, la pregunta seguía en el aire ¿compensa a una cadena como Canal + embarcarse en proyectos de ficción autofinanciados a cambio de la buena imagen que eso proporciona? La respuesta puede no ser necesaria, pues una de las noticias más destacadas del día de ayer era la compra por parte de La Sexta de la serie de Canal + Crematorio, una de las obras de ficción más aclamadas de la pasada temporada.
Hasta ahora, lo que pasaba en Canal +, se quedaba en Canal +, es decir, los programas de producción propia destinados al canal de pago no salían de allí, a diferencia de películas de estreno y series que, más tarde o más temprano, acababan por emitirse en abierto para quienes no tienen prisa o no quieren invertir en televisión más que su tiempo y atención.
Pero, con este ejemplo, se abre una nueva posibilidad de rentabilizar esos productos de calidad, de reconocido prestigio y de alto presupuesto que hasta ahora las cadenas de pago solo producían en pequeñas dosis, dando un pequeño empujón de ánimo a los responsables de aprobarlas y quizá fomentando que cada vez se hagan más.
Sin embargo, esta posibilidad puede ser un arma de doble filo: por una parte, la exclusividad que siente un abonado a Canal + cuando ve Crematorio pasa a disminuir significativamente, pues se trata simplemente de una cuestión de tiempo y no de oferta de mayor calidad. Por otra parte, la posibilidad de vender productos con el prestigio de la marca Canal + a las cadenas en abierto no exime de la necesidad de ser comercial, pudiendo provocar un cambio en los proyectos elegidos para que se vendan mejor y funcionen en audiencia, algo estrictamente necesario en las cadenas en abierto. En el caso de Crematorio, ha recibido excelentes críticas de todos los que la hemos visto, pero no la veo triunfando en televisión en abierto, especialmente por el ritmo pausado de sus primeros dos episodios, fundamentales a la hora de mantener una serie en antena.
Vender un producto Canal + a una cadena en abierto es un éxito, pero los públicos no son los mismos, las exigencias distan mucho de ser iguales, tanto en espectadores como en la propia cadena y habrá que ver si se trata de el principio de una gran amistad o simplemente un experimento que demuestre que hay dos tipos de televisión y que no son intercambiables.
Según las criticas que he leido es de las mejores series que se han realizado en este país, me alegro que no solo haya series chuscas y barriobajeras en la programación. Espero que las cadenas se den cuenta de que no somos tontos y que no queremos ver las mismas series mierdosas.