Este fin de semana vuelve a las pantallas de Cuatro Frank de la Jungla, una mezcla entre El último superviviente y el desaparecido Cocodrile Hunter que tiene como protagonista a un hábil cazador de serpientes quién, como cabe esperar en estas profesiones y más aún si se trata de escenificar los peligros para televisión, pasará por más de un peligro, en ocasiones mortal, por seguir adelante con su pasión y que todos podamos disfrutarla.
Nótese en mi descripción del programa el matiz que doy a la importancia de que la televisión sea testigo de estas aventuras, detalle nada desdeñable y que supone la exageración de algunas de las cosas que ocurren e incluso no descarto la posibilidad de que otras estén preparadas de antemano. Sea como sea, no pongo en duda la profesionalidad del protagonista ni la peligrosidad de las serpientes con las que trabaja, pero si los riesgos controlados que se asumen para elaborar el programa.
Así, en la presentación que esta segunda temporada ha tenido esta mañana en Cuatro, hemos podido ver una escalofriante escena de una de las grabaciones que veramos en los próximos días. Una escena en la que una peligrosísima serpiente muerde a Frank en una pierna y este debe atacar la herida de la mejor manera posible en ese momento: cortando y cosiendo de manera casera y rudimentaria, él mismo.
La escena parece real y, aunque no entiendo que en este tipo de programas no se vaya con un médico si realmente los peligros son tal como nos los pintan, lo que más me ha interesado de toda la escena no ha sido la aparente veracidad de la misma, ni las caras de dolor del protagonista, ni tampoco la frialdad con la que el cámara seguía grabando sin inmutarse al tiempo que alguien afirmaba que esas escenas no podrían emitirse. Lo que más me ha interesado de toda la secuencia han sido las palabras del director del programa en plató explicando que, dado que ninguno de los miembros del equipo sabía qué hacer, ni mucho menos cortar y coser la herida, lo mejor que podían hacer era seguir grabando y conseguir un material que televisivamente mereciera la pena.
En su línea de hombre de pocos amigos, Frank ha estado muy serio, muy poco colaborador, negándose incluso a mostrar la herida y hasta diría que molesto con la situación, por lo que me llevan a creer que no le gusta sacar partido a este hecho que, en su profesión debe considerarse un error, o que le incomoda el hecho de que se saque partido a su dolor. Quizá se trate únicamente de un elemento más del show, en el que el mal talante de Frank es protagonista, pero me gusta escuchar a un director de un programa reconocer abiertamente que, al final, lo que importa es que el show siga adelante.
Ayer leí esto en otra web y comenté que los animales de la selva huyen despavoridos al oler a este «naturalista», que sólo garantiza desgracias a los bichos que se crucen con él.
Todos los documentales de naturaleza manipulan la realidad para presentar imágenes impactantes de los animales comiendo, apareándose o cazando. Me parece mal y lo que hacen en el programa de Cuatro es pasar los límites hasta niveles de memez total.
Me da igual si todo es un montaje o no, porque al final la cuestión es ¿quién se fía de un tipo que molesta así a los animales? No le basta con filmarlos, tiene que ponerse junto a ellos, azuzarlos y enseñarlos a cámara, bien cerquita, manipulándolos, asustándolos y dando pie, torpemente, a situaciones como las vistas, que sólo evidencia un desconocimiento completo de qué es la naturaleza y tirando al váter el conservacionismo más elemental.
Me encantan los documentales de naturaleza, especialmente los marinos -cuando no van de tiburones, que parece no haber ningún otro animal bajo el agua-, pero estoy en contra de estas manipulaciones, tanto si las hace la BBC como Cuatro, especialmente cuando son tan burdas que provocan graves accidentes. Además, me preocupa más qué le pasó a la pobre serpiente que al cenutrio al que muerde que, en definitiva, ya sabe a qué se expone, así que no le vamos a decir «pobrecito ¿estás bien?» ¡No haber ido!
Todo lo que rodea a Frank de la Jungla es patético y cualquiera que aprecie la vida salvaje sintonizará otro programa. Así no se hace un documental -excepto, tal vez, Sálvame-.