Me ha gustado lo que he visto de Alakrana y curiosamente lo que más me ha gustado es lo que a otras personas les está molestando y les está haciendo no creerse la historia, no ser capaces de meterse en ella: el tratamiento de las imágenes.
A veces con colores tremendamente saturados, como el rojo del pesquero o el azul verdoso de las aguas que aparentan así ser las del Índico, en otras ocasiones con un virado más propio de un filtro de Instagram que de una mini-serie de televisión (el dossier de prensa de Telecinco habla de un efecto documental tipo Black Hawk y un tratamiento de la imagen al estilo El jardinero fiel), lo cierto es que la falta de naturalidad choca e incomoda. Este desasosiego que provoca en el ojo habituado a otros colores es precisamente lo que a mí me provoca una distancia respecto de las imágenes, una sensación de que es algo ajeno, molesto, saturado, pero a la vez cálido y en cierto modo bochornoso (no en el sentido vergonzante, sino en el del calor del verano que precede a la tormenta). No son pocos los viajeros que al pisar estas tierras o navegar estas aguas han destacado que la primera sensación que tienen al llegar es exactamente esa, el cambio de colores, la sensación de estar en otra tierra y me gusta como lo han retratado.
A esta utilización de la imagen para mantener ambientado al espectador, se une otro detalle que también me ha gustado mucho: la ausencia de doblaje en las intervenciones de los piratas somalíes cuando están en el Alakrana, delante de los pescadores españoles. Lo que en muchas otras ocasiones hubieran sido secuencias subtituladas, pese a que los protagonistas de la historia real no entendieran nada, se convierte aquí en una frase incomprensible detrás de otra, en una obligación de interpretar el lenguaje corporal y las acciones para adivinar el significado de las palabras que empuja al espectador a salir de su letargo y hacer trabajar el cerebro, consiguiendo identificarse de forma más sencilla con los protagonistas de la historia, a quienes tampoco subtitulaban las incomprensibles conversaciones de sus secuestradores.
No entraré a juzgar algunos de los diálogos o lo punta en blanco que iba Miguel Ángel Silvestre al principio de la historia, ni de como las interrupciones publicitarias dan al traste con todo el clima que logra crearse, porque el conjunto me ha gustado. Tengo curiosidad por saber qué opinión tienen los protagonistas.
Cómo se atreven a compararse con Black Hawk Derribado y El jardinero fiel… Quien quiera, puede verlas y apreciar las diferencias. Aquí está clarísimo que todo el tratamiento del color se ha hecho en postproducción, y eso es algo que también se debe trabajar en el rodaje. Si quieren provocar todo eso que dices en el post, tienen que hacer que parezca natural al ojo humano para no cargarse la suspensión de la incredulidad. La falta de profundidad de campo me hace pensar que trabajaron con cámaras de video. Del mismo modo, también tengo que decir que me pareció muy bien dirigida e interpretada. Esto sí es una serie de piratas digna y no la del lunes.