Cómo me gusta que me inspiréis entradas tan fácilmente con un tuit, sobre todo en época de medio vacaciones cuando todo está en stand-by y mi inspiración ha cogido el primer vuelo a ninguna parte.
Tan sencillo como leer esta referencia de Pablo Herreros a un artículo de Jose Antonio Piñero en el que a su vez se referencia a una reflexión de Juan de Dios Colmenero sobre los periodistas con cuenta activa en Twitter, esos que califica de Periodistas de mierda.
La crítica gira en torno a la aparentemente desagradecida condición de quienes, trabajando para un medio de comunicación, optan por tuitear las noticias de relevancia desde su cuenta personal en twitter, en lugar de hacerlo desde la cuenta de la propia empresa para la que trabajan o esperar a que sea su momento de publicar la noticia, entrar en el boletín horario o en el par de minutos que le corresponden en el informativo de televisión ¡como si las noticias se estuvieran quietas hasta que oyen los pitos de la hora en punto!
Con la inmediatez de los nuevos medios de comunicación entre personas, esperar al momento «que toca» para dar una noticia es imposible. Como bien se indica, los periodistas, a diferencia del resto de ciudadanos, tienen el deber de contrastar las informaciones y dotar de veracidad a aquello que cuentan pero, hoy en día, siempre habrá un cuidadano y su red de contactos en el lugar de la noticia antes que un periodista y ser el primero en contar algo ya no es un valor, sino analizarlo.
Sin embargo, los periodistas de reconocido prestigio llevan tras de si un halo de credibilidad que los ciudadanos desconocidos no tienen, además de un seguimiento lo suficientemente grande como para que las noticias adquieran difusión de forma creible e inmediata tan pronto se producen. Según parece, ante esta circunstancia y el dilema de tuitearla desde la cuenta «personal» del periodista o no, la solución para algunos debe ser «ceder» la noticia al medio al que representan, el que les ha enviado allí. La teoría parece sencilla pero ¿cómo hacerlo?
Solo se me ocurren dos maneras, a cada cual peor: si le damos a todos los periodistas acceso a la cuenta de twitter del medio para el que trabajan, se pierde el control absoluto de la comunicación de la empresa como tal, que es uno de los bienes más preciados de cualquier empresa, máxime si es una del sector y además, no tendríamos seguidores, pues colapsaríamos su timeline en un exceso de información absurdo que impediría seguir a nadie más y que nos proporcionaría información en la que no estamos interesados. Así, la mejor manera de seguir los acontecimientos de aquello que nos preocupa, es seguir a las personas que sabemos están destinadas en el lugar de la noticia y en las que confiamos. Porque también puede ocurrir que para una determinada información mi periodista de referencia sea de TVE y para otra lo sea el de Onda Cero (no olvidemos que la credibilidad de un medio es la credibilidad de quienes trabajan en él, credibilidad que va con ellos cuando se cambian de empresa).
La otra opción, aún menos manejable, sería la de ir comunicando las noticias al encargado de manejar las redes sociales, opción igualmente inviable, pues nos encontraríamos a un trabajador o grupo de trabajadores saturados de información de cada uno de los periodistas, que nunca llegarían a publicar la noticia a tiempo.
No se me ocurre otra manera de priorizar al medio frente al trabajador, pero tampoco veo la necesidad. Insisto en que el trabajador no puede desligarse del medio por mucho que lo intente. Si me cuenta que está en su casa haciéndose la cena, pensaré en el periodista como ciudadano de a pie pero, cuando me esté contando cosas relacionadas con su trabajo, me resultará imposible desligarlo de aquel medio para el que trabaja, es más, como medio, han de estar encantados de que haga su trabajo lo mejor posible y lo cuente el primero y el mejor porque me estará dando crédito como empresa, todo lo bueno que haga como periodista es bueno para quién le paga y no lo concibo de otro modo.
Pensar en que pueden separarse o que no deben tuitear sobre aquellas noticias en las que trabajan por «respeto» a quienes les pagan el viaje daría lugar además a una curiosa paradoja cuando se trata de profesionales que se han hecho conocidos, famosos, influyentes llamémosle como queramos, antes de estar en un medio y que precisamente han sido contratados por esa virtud, algo no poco habitual hoy en día ¿qué pasa con ellos entonces cuando son contratados? ¿han de dejar de tuitear desde su cuenta particular?
Por más vueltas que le doy no encuentro motivo a las descalificaciones, al miedo a que el periodista se erija en persona al margen del medio cuando siempre se ha perseguido tener a los periodistas más reconocidos por su valía profesional, cuando las cadenas pujan por sus servicios, cuando se quiere tener siempre al más seguido. Por mucho que los medios paguen vuelos y estancias en el lugar de la noticia, no son nada sin los periodistas y estos son personas que cultivan su reputación de forma individual allí donde van ¿por qué si no los premios de periodismo se otorgan a título individual, por ejemplo?
Una posible solución que se me ocurre sería la creación de un grupo de Facebook en el que los periodistas de la cadena fueran los «autorizados» a publicar. Este perfil sería fácilmente sincronizable con una cuenta de twitter creada a tal efecto.
Yo lo tengo así organizado para los eventos de mi ONG y la verdad es que me quita problemas.