La noticia televisiva más luctuosa que nos ha dejado el 2010 es sin duda la desaparición de CNN+, un canal de noticias de calidad que de pronto, tras el anuncio de su cierre, parecía el último reducto de la información veraz accesible para los ciudadanos.
No me entendáis mal, no estoy criticando al canal en absoluto, pero sí la exagerada controversia generada en torno a su cierre, que me recordaba las clásicas palabras que se dedican a cualquier personaje conocido que acaba de fallecer y que, por arte de magia, se convierte en excelente persona y a quién le salen montones de amigos.
CNN+ cierra porque no es rentable, cierra porque forma parte de un conglomerado de empresas de comunicación que solo buscan la rentabilidad y que en este caso no la han encontrado porque no tenían suficientes seguidores, es decir, la mitad de las personas que tanto han lamentado su pérdida no sintonizaban el canal lo suficiente como para hacerlo rentable y, por tanto, se ha visto obligado a cerrar, como un restaurante de calidad que ve como su clientela prefiere mayoritariamente la hamburguesería de al lado y no puede subsistir. La prueba la tenemos en los datos de audiencia de la primera semana de emisión del canal Gran Hermano 24 horas, que ha logrado los mismos datos que CNN+, con una inversión cero.
Yo también lamento la desaparición del canal, pero soy tan culpable de su desaparición como el resto de los espectadores que apenas lo sintonizaban. Salvo casos excepcionales, como la pasada huelga de controladores, o algún proceso electoral, mi fuente de información no es la televisión y veo los informativos más por costumbre que por un deseo de conocer lo que ocurre en el mundo.
Lógicamante, podemos sacar a colación todas las incongruencias que hemos visto durante años en los datos de audiencia que proporciona Sofres, que al final son aquellos por los que se guían anunciantes y cadenas, pero hacerlo bien tampoco iba a salvar CNN+. Podemos también alegar la importancia de hacer una televisión de calidad, una que proporcione imagen de marca al grupo que la sostiene, independientemente de sus datos, pero el conjunto debe resultar rentable y las decisiones estratégicas de las compañías con más de una pata son difíciles de juzgar sin tener todos los datos.
Finalmente, podemos alegar que es importante mantener un cierto nivel de calidad en las emisiones de televisión, que no todo puede ser Sálvame por mucha audiencia que tenga y que es necesario obligar a las empresas concesionarias de ese espacio público a cumplir con ciertas responsabilidades, entre ellas la de informar. Muy bonito, en la teoría, pero al final volvemos a lo mismo: se trata de empresas privadas haciendo negocios y no podemos pedirle a una empresa que pierda dinero solo porque debe hacer un producto de calidad… o si, pero entonces habría que cambiar las leyes, las obligaciones de quién recibe una licencia para hacer televisión y, en ese caso, que todas cumplieran con esas mismas obligaciones… demasiado intervencionista en mi opinión. Al final, el mercado televisivo se rige por una muy básica ley de oferta y demanda, independientemente de la calidad de lo que se produce.
Como ya hemos comentado muchas veces, lo triste no es que existan ciertos programas, sino que la sociedad los demande y los apoye con su aceptación. La televisión tiene una responsabilidad a la hora de educar los gustos de las personas y crear programas que nos hagan crecer, sin embargo, esa responsabilidad no puede pasar por encima de la necesaria rentabilidad. No es que Telecinco no quiera hacer televisión de calidad, es que los demás no queremos verla.
Hola..
Yo trabajo para sogecable, y en una reunion a mediados de diciembre se comento la situacion y era clara: El canal no tiene publicidad y cuesta dinero «alquilar» su formato… asi de simple fue la respuesta que nos dieron.