Tenía que pasar: una cadena cuyos mayores éxitos de audiencia residen en montar broncas con unos y otros, tenía que acabar teniendo la propia bronca en casa y, tras los numeritos varios que los colaboradores de Sálvame protagonizan día sí, día también, el mal rollo ha sobrepasado las puertas del plató del programa de la tarde ¡con razón Jorge Javier Vázquez no deja de quejarse de que la gente se deje la puerta abierta constantemente!
Como siempre, la protagonista de la historia es Belén Esteban, que no solo no consiente ser criticada cuando baila como un muñeco de cuerda o hace cosas reprobables, sino que ahora arrastra en su intolerancia al presentador del programa, que se rebela contra quienes critican el numerito de la enésima separación de la pareja y su tratamiento «informativo», entrevista a los protagonistas incluida.
Las cadenas de televisión han ido dejando los programas en manos de las productoras y ahora la guerra por la audiencia ya no solo se libra entre cadenas, sino entre las propias productoras, que deben ganarse día a día su contrato y permanencia en la parrilla. Estas broncas además vienen muy bien, pues ya no es necesario hacer zapping entre Telecinco y Antena 3 para encontrar adoradores y detractores de princesas y presentadores, ya tenemos el cuadro completo sin necesidad de cambiar de canal.
Así las cosas, tras las insinuaciones del programa Enemigos Íntimos sobre lo preparado que ha estado todo en la última crisis matrimonial de la Esteban, Jorge Javier Vázquez ponía el grito en el cielo, no solo defendiéndose de tales afirmaciones, sino acusando a sus compañeros de no saber conducir un programa en directo sin guión. Viendo estas cosas, uno se pregunta si en la tele piensan que los espectadores somos tontos o si el recalentamiento cerebral producido por los focos hacer perder la perspectiva a los profesionales del medio.
Al final todo se reduce a una cuestión de matices lingüísticos, a una forma de expresarse, pero el fondo de la cuestión está claro: nada es casualidad, todo está manejado para repercutir de la mejor manera posible en las audiencias, aunque tras ello haya realmente un matrimonio en crisis o un presentador cabreado. Las desapariciones de los protagonistas durante un tiempo para doblar la expectación en el regreso, las apariciones de intermediarios para mantener caliente el tema, las disculpas públicas, la reaparición esperada, todo está construido con un tempo perfecto para mantener el culebrón en todo su esplendor. No importa que los protagonistas no cobren por estas apariciones, al final mantienen un sueldo, una exposición mediática, una relevancia televisiva que da mucho, pero que mucho dinero, a todos. Lo podemos llamar montaje o eufemísticamente definirlo como estrategia, pero es lo mismo, con el mismo fin: au-dien-cia.
Y las polémicas entre programas, otro truco más, de quienes ven peligrar su trabajo en el programa, de quienes no tienen segura la renovación en la cadena y, finalmente, de quienes sacan partido estupendo a las discusiones entre unos y otros porque mantienen caldeado el ambiente y viva la polémica. Desde la barrera algunos se llenan los bolsillos sin salpicarse de sangre, mientras los verdaderos protagonistas pierden el sentido en defender su dignidad de cosas que a los demás nos importan tanto como una buena sesión de Wrestling.
La guerra entre La Fábrica de la Tele y Mandarina está más encendida que la de T5-A3. Y no olvidemos que anda por ahí Cuarzo, con AR en T5 pero con DEC en A3…