Este fin de semana ha tenido lugar en Toledo la elección de la nueva Miss España y, por primera vez desde hace muchos años, la gala no ha sido retransmitida por televisión. Un espectáculo como este, que lleva años siendo carne de noticiero rosa y atractivo para algunas cadenas de determinado perfil, ha visto como en el primer año de TDT y su proliferación de nuevos canales no ha habido nadie interesado en comprar los derechos de emisión.
Varias son las causas que han hecho perder el interés a las cadenas, especialmente a Telecinco, que venía siendo emisora oficial del certámen, causas que podemos reducir fundamentalmente a tres:
– Las constantes acusaciones de tongo e irregularidades varias en la elección, no ya de Miss España, sino de las diferentes misses locales que acuden al certámen. Lo que durante mucho tiempo ha sido materia prima de interesantes piezas de investigación y cansinos debates del corazón ha terminado por acabar con la popularidad del concurso.
– Largas y aburridas galas que no entretienen. En algún momento se decidió pasar de emitir una gala a hacer dos, incrementando así las ganancias por envío de SMS en una primera eliminatoria en sábado previa a la elección final el domingo siguiente. Así, se eternizaban los paseos de las chicas por la pasarela, salpicados de actuaciones musicales que hace tiempo han dejado de ser un atractivo televisivo para el espectador. La excesiva duración de cada una de las galas, especialmente la final, que se emitía en domingo, hacía imposible el éxito de audiencia por un elemental sentido común del trabajador medio que debe madrugar al día siguiente.
– Antigüedad del mensaje que se transmite. Votar por la chica más guapa de España es anticuado. Pese a que la belleza física abre y abrirá puertas profesionales en todos los ámbitos laborales y más aún en los que persiguen las candidatas a Miss España, hacerlo público está pasado de moda. Los intentos por apartar del imaginario popular la idea de un concurso machista creando la figura de Mister España no han servido de nada y la sensación de mercado de carne jóven y fresca sigue fuertemente relacionada con el certamen.
Con este panorama, a nadie debería extrañar que la elección de Paula Guilló como nueva Miss España haya pasado completamente desapercibida para los espectadores de televisión.
«Miss España» no es más que una marca. Como lo de «Elegido mejor producto por los consumidores».
Como tal, la marca ya no es atractiva… no es un chiste, de verdad.
Respecto a T5, algo debió ocurrir para que pasaran de emitirla a bombo y platillo para luego denigrar por completo el proceso. Algún turbio asunto de dinero, faldas y promociones inmobiliarias, digo yo.
Las galas eran interminables como la órbita de Neptuno, pero esto no es excusa: la F1 o un partido de fútbol alcanzan las dos horas y mira qué audiencias. El problema es que eran aburridísimas. Aparecen un montón de chicas monas que prácticamente son clones unas de otras. Al cabo de un rato son indistinguibles. Los números musicales eran de traca. Una vez salió Jarabe de Palo y Pau Donés saltó del escenario a las mesas del jurado. Horrible.
Lo mejor es lo que dices al final: es un concurso anticuado, machista y tendencioso, claramente inútil a estas alturas.
Como tal, la marca no tiene sentido, no vende nada y no interesa a nadie. Y cuando una marca no vende, llega su final. Sin economía no hay belleza…
La verdad, me alegro de su final. Más que mujeres parecían ganado, a ver quién tiene la mejor curva. Es denigrante. Qué vergüenza.