Todos los años el fútbol español nos entretiene durante los meses de verano, no tanto con su goles, fichajes y polémicas, como con la insistente guerra entre cadenas por hacerse con los derechos de las principales competiciones, muy especialmente la liga. Tradicionalmente concebida como uno de los principales reclamos de las plataformas de pago, los precios se han ido hinchando hinchando desde la aparición de las televisiones de pago hasta extremos a menudo ridículos pero que ya damos por sentado y que, tras la irrupción de jeques y otros millonarios por el estilo en las ligas europeas, ya casi nos parecen una tontería.
No es la primera vez que alguna televisión, emocionada en un momento dado ante la posibilidad de conseguir los derechos de alguna competición y arrasar en audiencias, se ha visto obligada a renunciar a este derecho por considerar que, una vez hechos los números con calma, no le van a salir las cuentas y, aunque la parte de imagen y reconocimiento de marca es a menudo suficiente motivo para hacer una inversión sin retorno económico, cada vez se tiene más cuidado y se ponen en la balanza más factores. Mediaset, la última en retirarse de una puja que ya tenía ganada, no necesita de estos derechos para construir imagen de una marca de sobra conocida y tradicionalmente poco afín a lo deportivo. Y cada vez aparecen factores nuevos que afectan a estas cuentas, cuestiones imprevisibles que no se tuvieron en cuenta en el momento de hacer las previsiones de ingresos y que, en un momento dado, pueden ahogar las cuentas de canales y plataformas cuya principal fuente de ingresos es precisamente la competición futbolística.
Este año estamos viviendo una de estas inesperadas situaciones que podrían afectar y mucho. Apenas comenzada la segunda vuelta de la competición liguera, el FC Barcelona lidera la clasificación con casi 20 puntos sobre su tradicional máximo rival, un Real Madrid que ni siquiera va segundo y que ha hecho perder a la competición gran parte de su aliciente. Se nota no solo en el interés puramente televisivo, también en el campo, donde unos y otros no consiguen arrastrar a sus aficionados hasta completar el aforo porque, después de todo, parece que el resultado final está más que cantado.
Sí, existen otros equipos con otros intereses, la clasificación para puestos Champions, el descenso, pero no nos engañemos, la audiencia que mueve mayoritariamente el fútbol y especialmente el fútbol de pago en televisión es la de Madrid y Barcelona por dos motivos fundamentales: son equipos que tienen aficionados en todo el mundo y, tanto por este motivo como por el tamaño de sus localidades de origen, son los que más aficionados tienen con un poder adquisitivo suficiente como para suscribirse a canales de pago. Si programas informativos y de debate de la televisión en abierto son casi monotema con estos dos equipos, es evidente que son los que arrastran a todos los niveles el interés mayoritario y por lo tanto a los abonados al fútbol de pago y las plataformas en que se emite.
Así, que el Barcelona funcione como un tiro de bien no es un problema en sí mismo, pero sí que no encuentre rival, no ya en el Real Madrid, sino en ninguno de los contrincantes que le persiguen en la tabla. Los partidos se vuelven un trámite, la única intriga consiste en saber si meterán muchos o pocos goles, si sufrirán en el primer tiempo o no, si será Messi el que resuelva la papeleta o si el árbitro tendrá un mal día que permita alimentar las tertulias posteriores. Sí, para los aficionados del equipo es una gozada ver el paseo que se están pegando y lo lamentable de un rival que no levanta cabeza pero ¿qué pasa con los que ponen la pasta y que necesitan de esa presión añadida para que sus inversiones funcionen? ¿Qué pasará si pierden el interés por pujar por los derechos, sus precios se desploman y los clubes no ingresan tanto como para pagar sus cuentas?. Parece que no, pero es un problema de todos.
Unos y otros deben estar devanándose los sesos pensando qué hacer y planteándose si le fichan un par de delanteros en condiciones a Florentino para que el Madrid salga de su letargo. Eso o plantear seriamente establecer un ‘handicap’ para los equipos grandes en función de sus resultados anteriores, como ocurre en el golf… impensable, sí, pero no me digáis que no os lo habéis planteado alguna vez.
¿Y que quieres? ¿Qué pierdan los partidos para que tú le encuentres aliciente?.
¿no te has parado a pensar que los aficionados del rayo vallecano, por ejemplo, ya no tienen aliciente por la liga porque siempre ganan los mismos?.
Culpar al Barça es una gilipollez. ¿por que no culpas al Real Madrid por perder tantos partidos y quitarle la emoción?