Están haciendo en Sálvame una cosa, a priori muy notable, la de comentar el tema del acoso en el trabajo, desde el particular punto de vista de quienes abordan el mundo de los famosos, de primera o de cuarta, según la actualidad, pero famosos al fin y al cabo.
Es este sin duda uno de los sectores en los que más proliferan cierto tipo de comportamientos y donde también es más relevante la denuncia, pues cuanto más famoso el acosado o el acosador, más gordo el efecto altavoz. No hay más que ver todo el follón que se ha montado en torno a las acusaciones contra Kevin Spacey, que han llegado a paralizar la grabación de una serie tan importante como House of Cards. No diremos que la cancelación es por culpa de esto, pues ya hacía tiempo que no tenía sentido seguir y esta solo ha sido la gota que ha colmado el vaso, pero sí está claro que la grabación parada es fruto de la insostenible presencia de Spacey entre sus compañeros, que ya veramos como logran solventar de cara a terminar la temporada.
Pero vuelvo al tema de Sálvame, que es el que me ha llamado la atención esta tarde cuando, en medio de sus alegatos contra acosadores y su poder, se ha destapado uno de los miedos que acechan a los acosados: el de perder su reputación. Denuncian, con Jorge Javier a la cabeza, que no se trata solo de sufrir proposiciones indecentes, de ser amenazados con no conseguir un trabajo o del riesgo de perder el que ya se tiene, sino, más importante aún, perder por completo el prestigio y ser arrastrado por el fango con acusaciones falsas que pueden acabar con la credibilidad del acosado y su dignidad como persona en apenas unos días.
Si bien es cierto que esta es una amenaza clara que sufren los famosos, se olvidan en Sálvame de que, para que esto ocurra, es necesaria la participación de periodistas y colaboradores como ellos, gente que con la única finalidad de entretenernos, dan pábulo a los cotilleos e insinuaciones más escandalosas sobre los famosos, muchas de las cuales no son ciertas ni han sido probadas jamás.
Para que a un personaje famoso le destruyan la reputación, bastan un par de periodistas mal informados buscando un titular y, aunque el culpable último no sea el mensajero, sino quién esparce la basura, para acosar a alguien basta una sola persona, pero para acabar con la reputación de una persona decente, es necesario un coro de palmeros que te hagan el juego. No hubiera estado de más añadir un poquito de autocrítica a la reflexión.
Estos personajes de Salvame, son los menos indicados para hablar de acoso. Aun me acuerdo cuando Kiko Hernández enseño una teta de Yola Berrocal y cuando esta le recrimino su actitud, el imbécil aun se reia y no era el único en ese programa.