Aprovechando las vacaciones, sigo viendo series estrenadas hace meses pero que no había tenido tiempo de ver aún y hoy es el turno de las telefonistas de Netflix.
Si te gustó Velvet, te gustará Las chicas del cable. Así es como podría haberse vendido la serie de Bambú para Netflix que tanto revuelo supuso cuando se anunció como la primera producción propia española de la plataforma y que tanta decepción provocó tras su estreno, por considerarla floja y demasiado parecida a lo que ya conocíamos de la ficción nacional.
Efectivamente, Las chicas del cable es otra serie más de Bambú, con todo el buen hacer habitual de esta productora, con sus altibajos en la elección de protagonistas y, en este caso concreto, con una construcción de tramas que sigue casi de forma idéntica a la de Velvet: una empresa en proceso de transformación, un grupo de mujeres luchando por cambiar su destino, amores imposibles por razón de clase, mentiras, secretos, los elementos clásicos de la novela romántica con la buena factura de Bambú.
Una serie que podría perfectamente haber sido emitida en Antena 3 o La1, como han hecho los productos anteriores de Teresa Fernández-Valdés y Ramón Campos y que no muestra un cambio de registro llamativo por el hecho de tener más libertad, de no estar supeditada a audiencias. Nos encontramos así ante un producto de calidad notable pero que no rompe ningún esquema y por eso genera frustración en una audiencia que ya se ha acostumbrado a la ficción bien hecha y que necesita algo más, algo que en este caso no le dan, de ahí la decepción y las malas críticas.
Si de algo se beneficia Las chicas del cable en su emisión en Netflix es del recorte en la duración de los episodios y del corto número de estos. Apenas 8 entregas de alrededor de 50 minutos que, al lado de los 70 de una temporada de casi el doble favorecen el ritmo de las tramas, que pasen cosas relevantes con los protagonistas, que las historias de relleno tengan menos importancia y que todo lo que vemos sea realmente importante para la historia o el contexto histórico que nos quieren trasladar.
Tenemos por delante al menos dos temporadas más y todo apunta a que no habrá grandes cambios en la parte creativa, pero ¿acaso lo necesita?