Empecé a ver Big Little Lies por sus protagonistas, supongo que como casi todo el mundo. La presencia de Nicole Kidman, Laura Dern y Reese Witherspoon como gancho para una serie de HBO era más que suficiente para despertar mi interés y el hecho de ambientarse en una localidad de familias acomodadas, con grandes casas que la producción no duda en mostrar con todo lujo de detalle, no hacía sino alimentar mi interés por el resultado. Así, me puse a la tarea de disfrutar de una historia que desde un principio ya te cuenta el final, el asesinato de una de las protagonistas a manos no sabemos de quién, como punto de partida de una minuciosa descripción de la vida en Monterey, de los motivos que podrían haber llevado a casi cualquiera de sus vecinos a ser el autor del crimen.
Con este dramático inicio y de la manera en que se nos presentan los personajes, el primer episodio parece más una película de sobremesa que un producción de calidad de HBO y, tras ver los cinco episodios estrenados hasta el momento, lo cierto es que la percepción no es muy distinta. Si quitamos las caras conocidas, la cuidada fotografía, el presupuesto de televisión de pago y ambientamos la acción en una localidad de Mallorca habitada por ricos alemanes, podríamos estar perfectamente dormitando la siesta de un sábado tarde. Sin embargo, todos esos elementos diferenciadores están ahí para hacer que disfrutemos de cotillear la vida privada de estas ricas mujeres con el caché que otorga estar viendo una serie de HBO.
A su favor he de decir que las tres protagonistas están estupendas en sus papeles: Reese Witherspoon, simpática e intensa, aunque con poca química con su marido, posiblemente un feeling intencionado, Laura Dern como mujer de negocios histérica y sobreprotectora e incluso Nicole Kidman, encasillada en su papel a medio caballo entre la altivez y la fragilidad cargada de congestión permanente. Son las tres actrices que apuntalan la serie, pero se acompañan de otros tantos actores menos conocidos, entre ellos la también protagonista Shailene Woodley, igualmente solventes que convierten al conjunto en un adictivo conjunto de secretos, calamidades y conflictos por resolver, desarrollados con tanta fluidez que casi lo que menos nos importa es quién mató a Madeleine.
Adictivo como adictivo es cualquier truculento telefilme, pero este con glamour hollywoodiense añadido.
[…] clásico de esta sección es Chica de la tele que hoy nos habla de una serie de las que más están calando últimamente en la opinión pública. […]