Por alguna curiosa razón y tras mas de una década en antena, El Hormiguero lleva una larga temporada recibiendo críticas continuas por cosas que ha hecho siempre y que solo ahora parecen irritar a la audiencia y los críticos. Hasta ahora, el programa había tenido momentos de crisis con determinadas entrevistas que no habían salido como se esperaba, por causa casi siempre de unos invitados que no hablan el idioma y que, por las dificultades que esto entraña y su falta de entusiasmo, habían llevado a Motos a la desesperación, incapaz de salvar entrevistas que no fluyen. Me viene a la memoria la entrevista a Matt Dallas, protagonista de Kyle XY o a los hermanos Jonas, pero en aquellas ocasiones, las críticas no pasaban de destacar la falta de pericia del presentador y no duraban más de un día.
Ahora sin embargo, se acusa al programa de muchas cosas más, desde el machismo que supone tener a hombres haciendo secciones de ciencia y a las mujeres haciendo tonterías o que ellos sean feos y ellas guapas, hasta la permanente negación de la capacidad de Motos para llevar las entrevistas. Así, se le critica por no entenderse con Drew Barrymore y Tim Olyphant, por no dejar de hacer comentarios de contenido sexual con Mónica Carrillo o por contribuir al lavado de imagen de una Isabel Pantoja que nos gusta mucho más cuando es arrastrada por el fango. La corriente culminaba con esta portada de El Jueves.
Sí, El Hormiguero tiene muchos defectos, pero son los mismos que ha tenido siempre y me sorprende que de pronto haya una corriente de opinión que se esmere tanto por resaltarlos casi cada día. Estoy convencida de que tanto a Pablo Motos como a Jorge Salvador estas críticas no les afectan, al menos mientras la audiencia siga ahí respaldando el programa, y siempre y cuando este pueda utilizarse para recibir a toda estrella internacional que pasa por Madrid, algo que no consigue ningún otro programa, y para publicitar cualquier película participada por Atresmedia o estreno de sus cadenas.
Es en este contexto en el que me sorprendió mucho la deriva que llevaba el programa de anoche con Jordi Évole. Tras su paso por alguno de los programas de la mañana, Évole culminaba la promoción de su regreso con una entrevista en El Hormiguero, entrevista que en sus primeros ¿20 minutos? se daba la vuelta y consistía en una batería de preguntas de Évole a Motos sobre su relación con Isabel Pantoja y las curiosidades de su paso por el programa. Tanto duró el interrogatorio, que a la hora en la que normalmente deberían haber entrado las hormigas y las distintas secciones, aún no había ni rastro de la promoción de Salvados. No entendí nada.
No lo entendí porque si Pablo Motos e Isabel Pantoja se mandan mensajitos por Whatsapp me parece información irrelevante, como me lo parece si cenaron solos o con más gente, si estaba o no Paquirrín o que se desvelara el «secreto» de que el programa era grabado. La Pantoja interesa mucho a sus fans, que se agolparon frente a la televisión el día de su entrevista, dando al programa un gran dato de audiencia, pero esos mismos fans no son los que siguen a Jordi Évole y, por lo tanto, cruzar esos públicos me parece un absurdo que directamente no comprendo. Si fue algo premeditado para lavar la cara de Motos y el programa frente a muchas de las críticas recibidas, me parece innecesario y no entiendo que Évole se prestara a ello. Si fue natural, lo entiendo aún menos, pues alguien debería haberles recordado, a los dos, que estaban ahí para promocionar el regreso de Salvados, no para seguir dando cremita a la Panto.
Para mí, un sinsentido que aún intento descifrar.
El hormiguero es genial! genial! a pesar de los pantojos, Motos es genial,, el programa me encanta no critiqueis mas,, que se os nota la envidia