En la innegable lucha que cada día disputan Antena 3 y Telecinco por la audiencia, no solo están en juego los titulares del día siguiente en los que se presume de audiencia, datos, share o records históricos, está también el orgullo del líder y, por encima de todo, los millones en inversión publicitaria que pueden suponer unas pocas décimas de share. Si bien es cierto que Antena 3 presume de jugar en otra liga, la del entretenimiento familiar y la ficción de calidad, frente al amarillismo de Sálvame y los enfrentamientos entre grandes hermanos y especies similares, a nadie escapa que las televisiones no pueden vivir solo de la imagen y que la meta final es conseguir el liderazgo, si puede ser manteniéndose fiel a unos principios, mucho mejor. Y es en esa senda en la que Antena 3 se enfrenta cada día a su parrilla, en una travesía del desierto de más de dos años en la que Telecinco siempre ganaba el partido… hasta ahora.
Tras ganar el mes de diciembre, siempre extraño por las características de una oferta que no responde a las costumbres del espectador habitual, Antena 3 copaba los titulares con su pírrica victoria tras 27 meses de sequía. Sí, era poca la diferencia, pero suficiente para darles ese puesto de honor que este mes de enero puede volver a ostentar, aunque también sea por unos pocos espectadores que han ido rascando aquí y allá.
Es así como ayer la presencia de Isabel Pantoja en El Hormiguero, en la que será, según dijeron, la única entrevista que la cantante dará en nuestro país antes de iniciar su gira, podría haber sido la guinda definitiva a un nuevo ‘sorpasso’. Pantoja, alimentada durante años en la cadena rival, tanto en sus momentos más dramáticos como en los más eufóricos, reaparecía en televisión después de su paso por la cárcel y, en lugar de hacerlo en un Deluxe, como cabría imaginar, cobrando un pastón (legítimo, supongo, toda vez que ha cumplido su condena y ha devuelto el dinero robado), agradeciendo la atención que siempre le han prestado y que hayan dado de comer a sus hijos, familiares y allegados durante años (desde Anabel Pantoja, Raquel Bollo, el propio Kiko Rivera a Chabelita) se escaqueaba de una entrevista complicada para caer en brazos de un Pablo Motos que participaba del publireportaje como el buen soldado que es, consciente de que, gracias al masaje que le daba a la Pantoja, podía estar dando a la cadena la victoria del mes.
Las fans enfervorizadas poblaban las gradas del plató, entregadas al personaje, mientras en las redes sociales protestábamos, más o menos airadamente, por lo amable de una entrevista en la que no se tocaron los temas que más podrían interesar a la audiencia media, principalmente el paso de Pantoja por la cárcel, esa palabra tabú que ni se mencionó, en un ejercicio de ñoñería tan absurdo como cuando Belén Esteban habla de estar enferma para referirse a sus adicciones. Estaba claro que las entrevistas que hace Pablo Motos nada tienen que ver con las que se hacen en un Deluxe, incluso en los casos en los que el personaje decide no enfrentarse a los colaboradores y pasar solo por el silloncito con el presentador de turno, y es cierto también que pueden hacerse muchos tipos de entrevista y que la amable y la que se limita al elemento promocional, en este caso del nuevo disco de Pantoja, es una opción muy respetable. Está claro también que estaba pactado que no se entrara en temas escabrosos y que nada se quería dejar a la improvisación, de ahí que la entrevista no fuera en el habitual directo, sino grabada con antelación. Otro gesto que se ha criticado mucho, aunque es muy cierto que no es la primera vez que ocurre y no tiene mayor importancia.
Sí era curioso comprobar cómo, pese a que el hecho de tener el programa grabado facilita el control de la duración del mismo, Antena 3 no tenía inconveniente en alargarse con respecto al horario habitual más de lo normal, hasta el punto de anunciar la interpretación de dos temas musicales de este nuevo disco cuando ya llevaban en emisión cerca de diez minutos más de la cuenta. Una estrategia más para retener a una audiencia que no estaba pendiente del reloj y que tenía en jaque a Telecinco, que emitía un directo de Gran Hermano VIP, a la espera de lanzar un nuevo episodio de Sé quién eres mientras su máximo rival se aprovechaba de la construcción del mito que durante años habían labrado desde los platós de Fuencarral. La estrategia funcionó perfectamente, el programa fue líder de audiencia como casi siempre, batió su propio record y llegó a congregar, en su momento álgido, a casi seis millones de espectadores, que además arrastraron a Casados a primera vista a su mejor dato de esta edición, pese a la buena marcha de la ficción de Telecinco. Unos datos que hubieran sido aún mejores de no haber cometido el único error que, desde mi punto de vista, se cometió desde el programa, la necesidad de crear la ilusión de un directo que obligó a introducir un segmento ajeno al momento Pantoja que vivíamos mientras ella se cambiaba de ropa antes de salir a cantar y que rompió la fluidez del programa y que seguramente hizo que no pocos espectadores nos fuéramos a Telecinco, donde aprovecharon, inteligentemente, para arrancar con la serie.
Una noche apasionante, no tanto por la presencia del personaje en si mismo o la entrevista, sino por la batalla que enfrenta a ambas cadenas y que ayer era como una final, apasionante y decisiva en cada segundo. Un auténtico disfrute.