Los ‘spinoff’ de series exitosas de la televisión no son nada nuevo pero, de la misma manera que en los últimos años se ha apostado mucho por las series basadas en películas, parece que la puesta en marcha de nuevas historias tomando como punto de partida alguno de los personajes secundarios más o menos reconocidos de otras producciones de éxito es también una apuesta seria del sector. Una apuesta que podemos calificar de sinergia, y que no implica otra cosa que aprovechar el trabajo hecho por otros para sacar adelante un producto que, de otro modo, tendría más difícil su acceso inicial al mercado.
Hacer un ‘spinoff’ no es solo aprovechar los buenos mimbres creativos de un determinado personaje que ha calado en la audiencia, sino arrancar la emisión con una base de espectadores que ya saben que les interesa el personaje, que ya conocen sus particularidades y que están dispuestos a elegirte frente a otras opciones indeterminadas. No se me ocurre un solo espectador de The Good Wife que no esté deseando ver a Diane como protagonista en The Good Fight, del mismo modo que entendemos que Better call Saul haya funcionado como lo ha hecho. Un ejemplo por estrenar y otro ya probado que apuntan al género del spinoff como una de las apuestas seguras del mercado.
Pero no es todo tan fácil como puede parecer, pues los personajes que funcionan muy bien como secundarios, pueden no tener la entidad suficiente para hacerlo como protagonistas. No basta con tomar lo que de ellos conocemos, para seguir haciendo lo mismo en otra serie en la que simplemente quitamos a los rostros principales para poner el foco sobre otros. Hay que construir nuevas historias, hay que imaginar nuevos lazos familiares y sentimentales, hay que armarlo todo de nuevo y pensar qué aspectos de la personalidad de nuestro secundario son los que le han hecho tan atractivo, cómo potenciarlos o si, por el contrario, al ser ahora el protagonista, algunas de sus cualidades más significativas deben rebajarse para no saturar al espectador.
Es el caso del ‘spinoff’ de The Big Bang Theory que se prepara con Sheldon como protagonista, un personaje esencial en la serie, un pilar básico de su éxito, que lleva ya una década en emisión, pero al mismo tiempo un personaje con una personalidad ciertamente irritante y que, elevada a elemento protagonista, puede ser demasiado para hacer funcionar la serie. Sí, Sheldon nos gusta como es, con sus manías, su incapacidad para no ser científicamente racional, su trastorno obsesivo compulsivo, pero es absolutamente agotador y yo no querría verle en primera línea argumental todo el tiempo, porque acabaría desquiciada.
Esto lo tienen claro también quienes han tomado la decisión de hacer una incursión más detallada en su vida y convertirla en serie y es por ello que han elegido el formato precuela, sin siquiera contar con el propio Jim Parsons como intérprete, sino una versión mucho más joven, en un entorno familiar, atendiendo a su vida antes de ser un reconocido científico. Hemos de suponer que, pese a que lo de Sheldon es un trastorno psicológico real y no un cúmulo de manías acentuadas con el paso del tiempo, esa parte de su carácter será solo un elemento más de una historia que nos puede llegar a interesar por todo lo demás, dejando su condición en una mera anécdota que tiñe su vida con pinceladas de tensión y complicación poco frecuentes, con las que su entorno deberá aprender a vivir. La elección de un Sheldon mucho más joven como protagonista permite apartarse en cierta medida de su enfermedad y darnos una imagen mucho más completa del personaje, una que con Jim Parsons como eje central habría sido mucho más complicada.
La puesta en marcha de este ‘spinoff’ está sin determinar, pero parece que progresa adecuadamente y pronto podrían empezar a anunciarse algunos de sus fichajes. Luego habrá que ponerse a grabar el piloto, pasar los filtros y, quizá para el próximo año, tendremos la serie en pantalla. Mientras tanto, toca seguir disfrutando de la serie original, que sigue dando buenos resultados en EE.UU. y aún mejores en su emisión en la TDT española. Los rumores apuntan a que esta décima temporada podría ser la última. Si lo fuera, dejaría el pabellón bastante alto, si no a nivel creativo, si en resultados, que no es poco.