A menudo, los medios de comunicación televisivos parecen ponerse de acuerdo para buscar una misma referencia al dar la información sobre un nuevo proyecto, como si las novedades, por sí mismas, no tuvieran suficiente relevancia o atractivo si no se ponen en perspectiva, con la mención a otro renombrado programa. Vaya por delante que me incluyo en este comentario, pues yo he caído en esta trampa en alguna ocasión.
Es el caso del nuevo proyecto de Bambú en torno al crimen de Asunta Basterra que, rápidamente, ha sido identificado por muchos como el Making a murderer español, una referencia que en mi opinión no se sustenta por ningún lado, menos aún cuando existe esa otra serie fabulosa que tendría mucho más sentido en la comparación, American Crime: The People Vs. OJ Simpson. o si me apuran, con The Jinx, aunque esta sea lo que es gracias a su sorprendente giro final.
Ambas series tienen un asesinato como eje central de su desarrollo, pero la diferencia entre ambas es abismal. En Making a Murderer hay muchos flecos sueltos, hay apelaciones en marcha amparadas por muchas de las cuestiones que protagonizaron la propia serie y el consumo de los episodios se vuelve adictivo en algunos momentos por la descripción que se hace de la manipulación policial en torno al caso. Son precisamente estas escandalosas revelaciones las que hacen que, pese a todas las reservas que podamos tener en torno a su persona, no podemos evitar simpatizar con el condenado y pensar que no hay pruebas que le culpen y que el asesino real aún anda suelto. La serie además ejerce la tarea de vigilancia que se le presupone a los medios, denunciando errores policiales, procedimientos confusos, poniendo en duda las intenciones de la policía. Es una serie escandalosa en aquello que retrata, no por el crimen en sí mismo, sino por la manera en que se juzga y la manera en que se ponen en cuestión el sistema.
Nada de esto está presente en el caso Asunta, salvo que los creadores de la serie tuvieran un as bajo la manga, que no parece que vaya a ser el caso (valga la redundancia). Si es verdad que el caso es tremendamente mediático y que los pormenores del mismo se han ido dando a conocer de una manera más propia de una ficción que de un programa informativo, algo muy habitual en los últimos tiempos, pero nada que ponga en duda el sistema judicial o policial de nuestro país, nada que nos haga sentir indefensos, nada que nos haga llevarnos las manos a la cabeza pensando qué barbaridades se hacen en nombre de la justicia, nada que al terminar nos vaya a dejar un desasosiego y una sensación de indefensión como la que nos deja Making a Murderer porque el caso nada tiene que ver, porque su razón de ser va más allá de relatar una historia criminal.
Si a alguna serie reciente nos puede recordar esta nueva producción es a American Crime: un acusado popular como OJ Simpson al que todas las pruebas apuntan como verdadero asesino de su ex-mujer y que logra zafarse de la cárcel gracias a un abogado brillante y a un buen puñado de errores, en un juicio en el que todo está escrito ya, un juicio que es una auténtica serie en sí mismo por lo popular de sus protagonistas, que ya lo fue en su momento cuando sus sesiones empezaron a retransmitirse por televisión. Un juicio ya terminado que formará para siempre parte de la historia de los medios norteamericanos, que es una lección de defensa jurídica sin precedentes y cuyo éxito, el de la narración televisiva, está en gran parte en la multitud de caras conocidas que dan vida a otras tantas caras famosas de la historia de tribunales. Pero ni siquiera a esa serie se parece del todo, pues la principal repercusión del caso real era la de tener como principal acusado a una estrella rutilante del deporte.
¿Por qué entonces se busca la referencia de Making a Murder cuando se anuncia la puesta en marcha de la producción de Bambú para el caso Asunta? Pues no tengo ni idea, máxime cuando la serie de Netflix ha tenido mucha repercusión entre los muy curiosos, los que consumen muchas cosas aparte de lo puramente ‘mainstream’, pero es poco conocida entre el público general y esta comparación no funciona como elemento promocional.
Es cierto también que las series sobre asesinatos reales han sido tradicionalmente producciones de segunda categoría, destinadas a parrillas de canales menores y en horarios poco competitivos (me viene a la cabeza en este momento la serie que la Sexta emite en las mañanas, inmediatamente antes de Al Rojo Vivo, clásico producto de relleno, pero con su público) y que se necesita algo que aporte valor añadido a un proyecto de estas características. De ahí que me resulte más lógico, puestos en la tesitura de encontrar una referencia, hacerlo con American Crime, con la que podría llegar a tener más puntos en común pero a la que todo el mundo pone en el mapa, aunque solo sea por los premios recibidos y el renombre de sus protagonistas, los reales y los que de ficción.
Si algo está claro es que un caso tan mediático como el de Asunta Basterra provocará mucho morbo cuando sea llevado a la pantalla y que es algo muy delicado, por lo incomprensible de sus motivos, por lo reciente de la historia. Como en otras ocasiones con TV movies o películas para la gran pantalla, el secreto de un buen producto radicará en los detalles y este caso no será distinto. Cuando se estrene, estoy segura de que volveremos sobre el tema.