Que la situación de Sálvame Deluxe es preocupante desde que se estrenó la última temporada de Tu cara me suena es algo que no escapa a nadie y que se comenta desde casi la primera semana en que ambos programas se enfrentaron. A pesar de los malos resultados, dado que el concurso de talentos se emite solo durante tres meses, parece que Telecinco podría no estar demasiado preocupado.
Lo que sí sería motivo de preocupación es que la edición diaria de Sálvame dejara de funcionar, algo que por el momento no está en la mesa pero que, con el devenir de los acontecimientos, seguro que es una carta que se baraja en la cadena donde, como en todas las televisiones, se intenta estar varios pasos por delante de los resultados para atajar problemas antes de que estos se produzcan.
Sálvame diario ha perdido algunos de sus rostros más conocidos en el último año: Rosa Benito, Raquel Bollo, Karmele Marchante y, aunque aún quedan pilares fundamentales como Kiko Matamoros, Belén Esteban, Mila Ximénez o Kiko Hernández, la próxima paternidad de este último va a hacer un importante agujero en el eje del mal, que es además el principal eje del programa.
Ante tanto abandono y despedida voluntaria, Sálvame se ha visto obligado a hacer honor a su nombre y es así como ha puesto en marcha este esperpento llamando Sálvame Snow Week, destinado a servir de relleno de la mayor parte de la programación de tarde. Y digo esperpento porque esta mezcla entre un casting de presentadores y una edición más de GH VIP está sacando a la luz lo peor del formato y haciendo de sus principales defectos su elemento conductor. Los candidatos a colaborador se dejan manipular, se dejan poner al límite y permiten que se creen situaciones absurdas a su alrededor, cuestionando su integridad moral, sus relaciones personales y su propia personalidad, con la única intención de conseguir una silla en el programa desde la que seguir permitiendo un trato similar y desde la que hacer lo propio con el resto de colaboradores o pim-pam-pum de turno.
Sálvame diario siempre fue esto, pero con ciertos matices que le daban una pátina de sentido, si es que el programa tuvo alguna vez sentido: se partía de noticias de interés para los colaboradores o de los propios colaboradores y de ahí se iba generando y degenerando la conversación, para acabar en tremendas broncas, enfados eternos, reconciliaciones y decenas de trapos sucios. Y pinceladas de humor que quitaban algo de tensión general al programa. Era todo un despropósito, pero estaba hilado y la podredumbre que se hacía fuerte en plató se iba armando con el tiempo, de manera que no resultaba del todo incómoda para una audiencia a la que se iba dando información poco a poco, una audiencia que cada vez que veía a los colaboradores participar de las bromas entendía que todo lo demás era mucho cuento.
Esta es la principal diferencia con el programa de ahora y especialmente con Sálvame Snow Week, donde los aspirantes a silla llegan con sus miserias por delante, como parte esencial de un curriculum en el que solo importa si han tenido o tienen algo oscuro, doloroso o feo que ocultar, si ya han pasado antes por alguno de los programas del canal o si no tienen donde caerse muertos. Solo Laura Fa, cara habitual de Mediaset a través del programa Cazamariposas de Divinity, parece estar ahí por méritos propios y apunta además maneras para poder llegar a una silla en la que solo ella tiene sentido de entre todos esos personajes.
Sea como sea, aunque la audiencia sigue fiel a las tardes, es importante que el programa recupere parte de lo que lo hizo grande: el sentido del humor, el mirar hacia afuera, el evento colorido, la naturalidad de algunas cosas que normalmente no vemos en televisión, desde la atención a los móviles, a la merienda. Solo así podrá seguir siendo fuerte por mucho tiempo y podrá volver a alimentar el programa del prime-time de los viernes que bebe de él.
Laura Fa en Arucitys por favor