Designated Survivor es la última serie protagonizada por un Kiefer Sutherland al que le está costando quitarse la etiqueta de agente secreto sin escrúpulos a la hora de defender a su país, al menos en mi imaginario, pues cada vez que le veo no puedo evitar recordar a Bauer y cómo sus trepidantes temporadas me hicieron una experta en el binge watching antes incluso de que estuviera acuñado el término.
Es precisamente con la llegada de Netflix y sus series completas con las que esta forma de consumir empezó a adquirir relevancia y es precisamente en esta plataforma donde Sutherland regresa a una temática que le resulta familiar: la de salvar a su país, aunque en este caso sea de otra manera. La serie se emite originalmente en ABC, pero en España podemos verla casi al ritmo de emisión original a través de Netflix, echando de menos la posibilidad de ese consumo ávido que fomentan, por lo que recomiendo a los impacientes le den un par de semanas si quieren verla de una sentada.
Cuestiones de distribución aparte, el arranque de la serie no puede ser más interesante, permitiéndonos conocer algunas particularidades de la política y la constitución norteamericanas que hasta ahora eran poco conocidas, principalmente por lo extraño de las circunstancias que se contemplan, unas circunstancias que sin embargo hoy en día y a la vista de recientes acontecimientos terroristas, ya no nos parecen tan imposibles: la muerte violenta de todos los miembros del Congreso en un único ataque.
Efectivamente, en el primer episodio, un atentado brutal destruye por completo el Capitolio cuando se encuentra en sesión y es allí donde mueren todos los congresistas, el presidente y su vicepresidente, dejando el país sin representantes electos de la nación. Este hecho está contemplado en la constitución, que indica que el presidente pasa a ser el miembro del gobierno de mayor rango que siga vivo, por muy bajo que sea este rango y aunque su cargo sea de libre disposición y por lo tanto no sea, como tal, un representante público elegido en votación popular. Es así como un simple secretario de estado para la vivienda pasa a ser, en apenas un par de horas, el nuevo presidente de los EE.UU., uno que además debe lidiar con un país noqueado por el horror, unos militares dispuestos a intervenir sin ton ni son para defenderse de no se sabe quién y la duda permanente sobre su idoneidad e incluso legitimidad para asumir el cargo.
Si a todas estas circunstancias ya de por sí complicadas, unimos el hecho de que nuestro protagonista es un hombre tremendamente recto, sin ambición particular por llegar a lo más alto de la escala política y sin ánimo alguno de precipitarse en sus decisiones, tenemos unas circunstancias complicadas para afrontar un reto que se vuelve casi insostenible cuando se desvela que, horas antes del atentado, el ahora Presidente Kirkman había sido relevado de su cargo,un despido que estaba aún sin firmar.
Las primeras impresiones que ofrece el personaje de Sutherland son muy distintas a lo que de él hemos visto en los últimos años de éxito de 24 y más parecidas al hombre tranquilo de Touch. Sin embargo, la necesaria toma de posiciones en cuestiones esenciales para la seguridad nacional rápidamente tornaran este carácter reposado en uno firme y con las ideas muy claras, uno que no teme a nadie y que sabe cómo poner en su sitio a todos los que pretendan ignorar sus decisiones y pasar por encima de su criterio solo porque es un recién llegado, transparente y prudente .
El personaje de Kirkman viene bien acompañado por otras caras conocidas de la televisión, como Natascha McElhone en el papel de su esposa, una reputada abogada, Virginia Madsen como la superviviente de la oposición, Kal Penn como escritor de discursos o Maggie Q como miembro relevante del FBI que investiga el atentado.
Designated Survivor no tiene acción propiamente dicha, no hay peleas, detenciones trepidente, persecuciones policiales, pero tiene un ritmo excelente y una capacidad para jugar con las posibles derivadas de una circunstancia tan especial como esta que hace que los episodios transcurran casi sin enterarte, permitiendo ver la evolución de los personajes de forma clara y coherente, verlos crecer en responsabilidades, ver como entran en terrenos que sabes que traerán consecuencias no deseadas después y donde no puedes evitar pensar, en este momento vital de los EE.UU., si su nuevo presidente electo estará a la alturas de algunos de los retos a los que deberá enfrentarse cada día.
Solo he visto los cuatro primeros episodios pero puedo decir que es una serie muy recomendable.
Detalle curioso: Kal Penn además es asesor de la serie (cómo puedes ver en los créditos si te fijas) porque tiene experiencia en el tema. Y es que cuando ganó Obama, él estaba trabajando en House, y tuvo que dejar la serie para acudir a la llamada de Barack y convertirse en asesor presidencial en materia de relaciones con la comunidad racial, creo.