Mucho se está hablando desde ayer de la influencia que los medios han podido tener en el infarto sufrido por Rita Barberá y, por lo tanto, de su culpabilidad en la muerte de la exalcaldesa y senadora. Tanto se está hablando del tema, que hasta la propia Susanna Griso quiso hacer público su arrepentimiento en Espejo Público, donde habló del examen de conciencia que había hecho, no ayer, sino hace ya unos días, cuando alguien le había hablado del sentimiento de desproporción que percibía Barberá cuando ella hablaba de sus problemas con la justicia y las acusaciones de corrupción. Es la única persona a la que yo he visto hacer un repaso autocrítico al tratamiento informativo que se le da hoy en día a determinadas noticias, donde lo único que parece primar es el azote constante, a quién sea, por lo que sea. Está por ver que esta reflexión sirva para cambiar algo en el futuro, pero al menos la ha hecho e incluso se ha atrevido a manifestarla públicamente.
Vivimos tiempos muy polarizados, en los que la información se ha convertido en mucho más que una selección de noticias contrastadas con el fin de mantener a la sociedad al tanto de lo que ocurre a su alrededor, y a los políticos y otros poderes controlados. Los medios de esta época buscan sobre todo remover a los ciudadanos, activarlos, acercarlos a sus pantallas, a sus páginas, a sus altavoces, de la forma más pasional posible, ya sea para subir unos puntos de audiencia o para hacer que calen unas determinadas consignas, a menudo para ambas cosas a la vez. La información se polariza hacia bandos donde todo parece ser blanco o negro, donde la pluralidad se entiende como la presencia de representantes de bandos enfrentados, a cada cual más chillón y no a una ecuanimidad derivada de la información presente, de los datos.
Así, cuando Rita Barberá era imputada por presunta corrupción, la presión de los medios y parte de la sociedad recaía sobre un PP que aún la tenía en sus filas, que la albergaba bajo sus siglas, con una indecencia inaceptable. La misma indecencia de la que ahora, tras su muerte, vuelven a acusar al que era su partido que, según dicen los mismos medios, la dejó abandonada, la hizo renunciar a su militancia y la repudió. Pero ¿en qué quedamos? ¿cómo se puede señalar con el dedo a una organización por hacer una cosa y la contraria?. Ah, si, que hace falta un villano y el principal candidato se nos ha muerto.
No se trata aquí de hacer defensa alguna de Rita Barberá en concreto, sino de ejemplificarlo en la más reciente de los casos. Porque hay ejemplos de todos los colores y lo veíamos hace unas semanas también con Ramón Espinar y su pisito. ¿Cuántos días se ha estado hablando del tema? ¿Cuántas vueltas se le ha dado?. ¿Había motivos para afearle la conducta? Por supuesto que los había pero ¿era proporcionada la saña mediática, las horas de debate, las derivadas que se planteaban?
Estos dos casos son solo el ejemplo más reciente de una manera de abordar la información que hace tiempo se nos ha ido de las manos, una forma mucho más lucida para atraer a los consumidores de noticias, por supuesto, eso es innegable, pero una que choca con los más elementales pilares del periodismo tradicional. Ya no se hace información, se hace puro espectáculo y para eso, nada más necesario que un buen villano. Y no hace falta rebuscar mucho porque, todo hay que decirlo, nuestra clase política tiene defectos más que suficientes para encarnar a madrastras y ogros de primera línea.
“Aquellos que la han abandonado le han roto el corazón”. Sobrina de Rita Barberá durante el funeral.
Dice Rafael Hernando, el portavoz del PP en el Congreso que quiso calzar una hostia a Rubalcaba, que su partido apartó a Rita Barberá para evitar su linchamiento. Pero que “las hienas siguieron mordiéndola”. Sí, Hernando ve hienas. Y no precisamente cuando se afeita, en el espejo, sino en esos medios de comunicación que convirtieron a la ex alcaldesa de Valencia “en un pimpampum al que golpear permanentemente porque daba audiencia… periodismo de acoso y escrache… La Sexta especialmente”.
¿La Sexta especialmente? ¿Una cadena anti-PP con Ferreras, Inda y Marhuenda? ¿Estás seguro, Hernando? “Humanidad”, pidió un blandengue Llamazares. Y humanidad pido también yo, pero para unos medios de comunicación que bastante tienen con lo que tienen como para cargar con la muerte de Barberá. ¿Quién la mató? ¿La pena de telediario? ¿O el tabaco, la obesidad, los gin tonics, el estrés que supone tener a todo tu grupo parlamentario imputado y, además, ser abandonada por el partido al que has dedicado toda tu vida?
“Hay que recuperar la presunción de inocencia”, sentenció en TVE todo digno un tertuliano que comparte mesa con Alfonso Rojo. “Barberá no ha cumplido con los requisitos de dignidad ni de ejemplaridad”, dijo hace poco un tal Javier Maroto. “Vea si aporta o no a este partido, porque, con todos los respetos… hay vida fuera de la política”, aconsejó a Barberá un tal Pablo Casado. ¿Periodistas antisistema de La Sexta? No, qué va: vicesecretario Sectorial y vicesecretario de Comunicación del PP, respectivamente.
Vocero de un partido podrido, macarra tabernario a las órdenes de Rajoy, Rafael Hernando quiere aprovechar las circunstancia para transmitir una idea: “Y todo esto por mil euros”.
¿Corrupción? ¿Corruptos? ¿Mil euros? Un poquito de humanidad, hienas.
P.D.
El informativo estrella de la televisión pública española del jueves, Telediario de las nueve de la noche de TVE, abre con unas imágenes de la “despedida a Rita Barberá”. ¿La bomba en Bagdad con más de cien muertos? Hienas, que sois unas hienas…
A la ceremonia íntima, sin políticos por deseo de la familia, asistieron Mariano Rajoy, Cospedal, Ana Mato, Ana Pastor, Celia Villalobos, Juan Cotino, José Manuel Soria, Francisco Camps… “La alcaldesa del pueblo”, sentenció este último. Palabras que confirmaron un puñado de ancianos que asistieron al acto, y dejaron su opinión a las cámaras de TVE: “Ha sido la mejor alcaldesa de la historia”. Al publireportaje, de unos ¿siete minutos?, solo se le puede poner una pega: terminó sin decir ni una sola vez que Barberá se encontraba imputada en el momento de fallecer.
http://www.eldescodificador.com/2016/11/24/un-poquito-de-humanidad/