Mucho se ha hablado a lo largo del día de hoy del concierto reencuentro de Operación Triunfo que ayer, en riguroso directo, ofrecía TVE. Pero más aún se ha hablado de la propia retransmisión y producción del evento, para casi todo el mundo, bastante deficiente.
Quién mejor resume la decepción televisiva sufrida por muchos telespectadores es Borja Terán, que en su crítica al show desgrana muchos de los elementos que faltaron o sobraron en un encuentro que era fácil hacer brillar. Si bien estoy de acuerdo en muchas de las cosas que relata Borja y entiendo su frustración, posiblemente derivada de unas expectativas muy altas, he de reconocer que a mí las dos horas de concierto me dejaron suficientemente satisfecha, si no en lo televisivo, si en lo que supone asistir a un evento emocionalmente tan intenso.
Porque el concierto de anoche no era un evento musical y casi ni siquiera uno televisivo, lo de anoche, para la mayor parte de los espectadores y asistentes, era un pedacito de historia de nuestro folklore, un mucho de emoción compartida y, sobre todo, el privilegio de asistir al desenlace de la catarsis colectiva que ha supuesto este reencuentro desde el minuto uno de la idea.
El concierto de anoche era, por encima de todas las cosas, un evento para fans, donde no importaba tanto la forma como el fondo y el fondo transmitía emoción por todos los costados (menos uno). ¿Que hubiera sido mejor si la selección musical hubiera sido otra? Quizá. ¿Que hubiera sido de agradecer que el sonido llegara perfecto a nuestras casas? Por supuesto. ¿Que se hubiera beneficiado de una puesta en escena más trabajada? Nadie lo duda. Pero, al final, lo que queríamos era verles a ellos cantando, desafinando como entonces, jugando entre ellos, interpretando con la solera que dan 15 años de escenario y amistad y, por encima de todo, llorando como magdalenas en cada oportunidad. Y ahí es donde residía la magia de un programa al que, con todos sus defectos, solo le pedíamos que nos lo enseñara todo.
No podemos olvidar que en este caso además no se trataba de organizar un espectáculo para una gira, no compensaba gastar millones en una puesta en escena que solo iba a tener una única cita con la audiencia. Tampoco los cantantes han tenido oportunidad de ensayar juntos mucho tiempo y, al final, todo se ha hipotecado a una emoción que podría haber estado contenida y que, sin embargo, los triunfitos han tenido la generosidad de dejar fluir y compartir para beneficio del programa o el suyo propio.
Por otra parte, hay que alabar la construcción emocional del repertorio, muy potente en el arranque, tirando a flojito en algunos momentos puntuales, pero absolutamente perfecta en su último tramo, con una elección de temas imprescindibles y el apoteósico Escondidos que muchos vieron como si se tratara de la final de la Champions y que nunca imaginamos se convertiría en el momentazo televisivo que ha sido.
Y eso a veces es lo único que importa en una retransmisión, el estar ahí para, si se da un momento así, captarlo en rigurosísimo directo y romper twitter. Porque esa fue otra de las cosas importantes de anoche: la barbaridad de personas que estaban, estábamos, no solo pendientes del televisor, sino enganchadas a todos los comentarios en twitter de conocidos y desconocidos que nos hicieron reír a carcajadas y sobrellevar los momentos más flojos del concierto con una sonrisa. Hasta ocho trending topics de la noche tenían que ver con Operación Triunfo y no sé cuántos llegaron a ser trending topics mundiales. Aún hoy, casi a las siete de la tarde, hay al menos dos que siguen generando conversación. Twitter se hizo coprotagonista de la noche, una vez más, pero no olvidemos que para eso hace falta material y el concierto, mejor o peor producido, lo tenía.
Solo una cosa hubiera dado al traste con la retransmisión y la hubiera convertido en un fracaso total y es que los cantantes hubieran decidido subir al escenario con toda su profesionalidad y saber hacer, con toda la contención que se espera de ellos y, entonando bien, bailando correctos y sabiendo presentar a sus compañeros, hubieran hecho del concierto una sucesión de buenas interpretaciones de canciones. Ahí sí, todo se hubiera desbaratado y el programa, televisivamente hablando, hubiera sido un auténtico desastre.
Todo se ha jugado a una sola carta, como cuando estudiábamos un tema nada más y teníamos la suerte de que era el que salía en el examen. En esta ocasión ha salido bien y podemos limitarnos a ver la tele y comentarla como meros espectadores, como ñoños fans o nostálgicos curiosos, pero ojo, solo hoy.
Estoy bastante de acuerdo con todo el contenido del post. Lo que pasa es que el envoltorio ha sido de tan pobre nivel y calidad,que suscita muchas dudas sobre la calidad técnica o las intenciones de los responsables del mismo.
El tema musical en TVE lleva ya varios años suscitando mucha polémica tanto por sus resultados como por sus intenciones. No hay mas que recordar declaraciones de varios representantes de Eurovisión incluida la de este año. Y esta era un ocasión inmejorable para demostrar las capacidades del ente. No se si ha sido algo intencionado o no, pero son ya demasiadas ocasiones perdidas.