Hace hoy justo cuatro semanas que el huracán Campos pasaba por nuestros televisores con esa mezcla de impostación y verdad verdadera que protagonizaban María Teresa Campos y su hija Terelu centrada, más en que conocer sus vidas como se preveía, en observar sus hábitos alimenticios.
Mucho se ha hablado desde entonces de este programa y muy especialmente de la relación de Terelu con la comida y del mal ejemplo que su forma de comer podía suponer para el espectador medio del canal y del propio programa, un espectador al que algunos presuponen idiota, incapaz de pensar por sí mismo, incapaz de darse cuenta de que si alguien quiere adelgazar y no adelgaza con los trucos que utiliza, es que su dieta no es la más adecuada y por tanto no deberíamos copiarla. Las prácticas de Terelu son tan absurdas como la mente de quién pueda pensar que funcionan para adelgazar mientras ven ese gran disclaimer en pantalla que es la propia Terelu.
Frente a esto, el pasado lunes Antena 3 estrenaba otro programa, completamente diferente, pero también con la alimentación como eje principal. De la mano de Alberto Chicote, Dietas a examen analizaba las dietas más populares del momento, sus efectos, sus carencias y sus bases científicas.
¿Tiene algo que ver estos dos programas? Desde mi punto de vista, absolutamente nada, pues uno es mero entretenimiento, seguimiento de una persona popular para conocer detalles de su vida que no salen en el día a día de su presencia televisiva, pero en ningún caso una prescripción de un determinado tipo de alimentación o forma vida por parte de sus protagonistas. En definitiva, tan importante a nivel médico o nutricional como las entrevistas del Hola a Isabel Preysler en las que se le pregunta por lo que come y descubrimos que un pomelo y un vaso de agua caliente es lo primero que ingiere al levantarse. Me atrevería a decir que incluso menos importante, pues Terelu no logra su objetivo de recuperar un peso saludable, luego está claro que lo que hace no es la solución.
Distinto es lo que cuenta el cocinero que, en un formato informativo como el de Dietas a examen y de su propia voz, la de un reputado profesional de la alimentación, ofrece pros y contras de una forma de comer que puede llevar a los espectadores a adoptar nuevos hábitos que, en cualquier caso, deberían estar supervisados por un médico.
Aunque creo que la televisión tiene, como todos los medios de comunicación, una responsabilidad con la audiencia, también creo que es esencial diferenciar los formatos y la responsabilidad que debemos exigirle a cada uno de ellos. No es lo mismo un programa de entretenimiento que uno informativo, tampoco es lo mismo un espacio publicitario. Así, no es igual ver a Terelu comer porras indiscriminadamente mientras insiste en que no hay manera de adelgazar, que verla hablando a cámara mientras recomienda la dieta de la alcachofa (y que aparezca sobreimpresionada la palabra Publicidad mientras lo cuenta, no sirve como aclaración). Y por supuesto, no es lo mismo que ver a Chicote en un programa de corte informativo.
El que no lo comprenda, el que no sea capaz de entender la diferencia, el que adopte la «dieta Terelu» y termine bajo tierra con un infarto o una trombosis porque lo vio en un reality, me vais a perdonar pero no tiene derecho alguno a culpar a la televisión, es puro y duro Darwinismo.
Vaya, la familia campos no deja de sorprendernos. El día menos pensado los vemos haciéndose con el control de sálvame de luxe y quien sabe, a lo mejor hasta de Telecinco!!!! Aunque parezca un poco cómico la primera impresión al ver la foto de Terelu con el churro en la mano es que se trataba de algún juguete sexual tipo anchor text consolador , sin ningún animo de ofender, pero no me digáis que no da para pensar un poco raro…..
En cualquier caso el que ha hecho la foto la ha pillado con el pan en la masa. Pobre mujer, no la dejan ni comerse un……….CHURRO tranquilamente.