La primera vez que leí que Mediaset preparaba un reality con las Campos como protagonistas no salía de mi asombro. Que esta familia tan conocida y al mismo tiempo tan celosa de su intimidad decidiera convertirse en protagonista de un programa que las seguiría día a día en su vida «real» me parecía una contradicción, pero ya se sabe que hay oportunidades que uno no puede rechazar.
Pese a tener programa propio la madre y colaboración estable la hija, no podemos negar que la relevancia de cualquiera de los miembros de la familia Campos ha decaído notablemente en los últimos años y que son cuestiones ajenas a su desempeño profesional las que las mantienen en el candelero, cuestiones personales que no dudan en mostrar en los programas de los que forman parte y en las portadas de las revistas.
Es por todo esto por lo que me hace mucha gracias que María Teresa Campos se ofenda cuando se hace referencia a su reality como «Las Camposhian», en clara referencia a la más exitosa de las sagas familiares protagonistas de realities, las Kardashian. Una familia que no necesitaba salir en televisión para triunfar ni ganarse la vida cómodamente y que, sin embargo, ha sabido rentabilizar de forma desmesurada una forma de contar su vida que atrae a fans y detractores de todo el mundo, a partes iguales y con una relevancia que pocos comunicadores de profesión pueden conseguir.
Se ofende Campos madre con la comparación porque debe considerarse superior a la saga K, una superioridad que debe entender derivada de sus muchos años de carrera como periodista, de exitosa carrera durante muchos años, una larga trayectoria con horas y horas de trabajo, esfuerzo, madrugones y lucha permanente por triunfar y también, estoy segura, por no llevarse por delante la carrera de su hija que, condenada a ser «hija de», ha convivido con las ventajas de tener las puertas siempre abiertas y la etiqueta de enchufada siempre presente. Nadie en pone en duda que ambas tengan un bagaje meritorio en esto de la televisión, pero tampoco podemos obviar que su vida privada ha tenido mucho que ver en que hoy en día sigan presentes en nuestras pantallas.
Las Campos han sabido vender ese pedacito de su intimidad necesario para mantener el favor de parte del público, un interés que garantiza un contrato en Telecinco y que las debe reconocer como muy listas a la hora de entender lo que demanda hoy en día la televisión, algo que poco tiene que ver con los méritos estrictamente profesionales. Eso es algo que descubrieron las Kardashian y quienes las rodean hace varios años, algo que las ha convertido en fenómenos mundiales y que les ha dado un conocimiento de la televisión y la profesión de celebrity que, literalmente, les ha solucionado la vida para siempre.
Las comparaciones pueden resultar odiosas, pero ojo con menospreciar el conocimiento del medio televisivo de las chicas Kardashian solo porque algunas han llegado a él de una forma menos académica, especialmente cuando al cabo de los años y sobrepasada la edad de jubilación, te encuentras haciendo los mismos formatos que ellas. La promo no deja lugar a dudas.