Con el arranque de la primera gran hornada de canales temáticos en TDT, los espectadores descubrimos un montón de programas hasta ahora inéditos en la televisión en abierto, programas con una larga trayectoria en EE.UU., Gran Bretaña o Canadá, pero que nunca habíamos experimentado en el panorama monotemático de las generalistas españolas. Para sorpresa, principalmente de nosotros mismos como espectadores, descubrimos que nos interesaba lo que la gente dejaba abandonado en un trastero, lo que se podía llegar a transportar por las complicadas carreteras de América, lo difícil que resulta elegir entre amar o vender nuestra casa y, durante una larga temporada, lo morbosamente hipnotizante que podía llegar a ser un programa de enfermedades de síntomas realmente embarazosos, en partes del cuerpo de otros en los que nunca se nos habría ocurrido estar interesados.
Este último, Cuerpos Embarazosos, es quizá uno de los ‘factuals’ (otra palabra que aprendimos con la llegada de estos nuevos canales) de mayor éxito, uno de esos que te hacen pensar que las audiencias no siempre deben contar bien, pues con unos datos muy deficientes, propios del canal y la hora a la que se emitía, es sin embargo, uno de esos programas que cientos de personas confiesan haber visto, y no solo una vez. Pasado el tiempo, otra de las peculiaridades de la parrilla de estos canales, que es la redifusión de los mismos programas una y otra vez, hizo que el programa perdiera interés y posiblemente haya desaparecido completamente de la oferta de la cadena.
Para todos los que en algún momento os colgasteis con esta sucesión de desgracias, la nueva remesa de nuevos canales temáticos tiene la solución: Chapuzas Estéticas, lo más desagradable que puedas imaginar en operaciones de estética sometido a reparación en una de las clínicas de mayor glamour de Los Ángeles. Un programa tan o más desagradable que aquel de las enfermedades, pero con una característica común, la de no poder dejar de mirar.
Este formato de la cadena norteamericana E! está protagonizado por dos reconocidos cirujanos que atienden a todo tipo de personas afectadas por un mal trabajo de estética, en ocasiones derivado de una falta de profesionalidad del cirujano, en otras de su incapacidad para decir al paciente que salga de la espiral de operaciones en la que se ha metido, bien por falta de autoestima, sentido común o cualquiera de las cuestiones más variopintas que se puedan pensar. En este programa, los casos no siempre se resuelven con una reconstrucción de un trabajo mal hecho, a veces simplemente se indica al paciente que no se contribuirá a su locura. Tampoco faltan los que pensaron que por un puñado de dólares podrían volver de Tijuana con unos nachos y una operación de estética, y quienes el hecho de estar anestesiados tan solo con un par de bloques de hielo, no les hizo sospechar.
Al morbo evidente por asistir al espectáculo de lo que algunas personas pueden llegar a perpetrar en sus propias carnes y de la falta de profesionalidad de cirujanos sin escrúpulos, el programa alimenta la curiosidad de quienes no temen ver una operación en primer plano. Algunas secuencias en el quirófano de este programa son el mejor disuasorio para quienes no tienen claro si hacerse o no un arreglito, especialmente cuando vemos la operación del aparentemente glamouroso aumento de pecho. Para salir corriendo o, como mínimo, hacer lo que hago yo: apartar la vista hasta que el audio evidencia que la operación ha terminado.
Pese a que puede parecer que el programa pretende hacer escarnio público de los desgraciados pacientes que, por falta de dinero o información, cayeron en las manos de quién no debían, creo que se cubre una importante faceta de información médica de un modo aparentemente sencillo y entretenido, la de sacar a relucir lo bestia que es en sí misma cualquiera de estas operaciones, las complicaciones que puede tener si no está hecha por un profesional adecuado e incluso los riesgos que conlleva cuando se trata de uno de los mejores en su profesión, algo que en el programa no se ha dado, pero que sin duda ponen sobre la mesa los médicos protagonistas, avisando a sus pacientes de todas las complicaciones que puede acarrear el postoperatorio al que se enfrentan. Cosas tan tremendas como que una reducción de pecho afecte a los capilares que irrigan el pezón haciendo que este termine por necrosar y caer es algo que estoy segura no viene en los documentos que dan a firmar en las clínicas de estética.
En los tiempos que vivimos, en los que parece que el culto al cuerpo es lo principal y que por encima de todo debemos tener buen aspecto, aunque bajo la ropa estemos cargados de cicatrices, un programa así, bajo la apariencia de un morboso formato de médicos y monstruos, nos trae a un primer plano los daños que las personas pueden llegar a autoinflingirse por pura tontería y lo mal que pueden acabar. Visto con la debida capacidad crítica, programas como este podrían hasta ejercer un gran y necesario servicio público.