Semana de locos en televisión, tanto o más de lo que se esperaba tras los insistentes anuncios con el cartel de Próximamente que unos y otros mostraban a diario. Como ha ocurrido en otras ocasiones, las cadenas se guardan algunos de sus estrenos más ambiciosos, no solo para intentar ganar la noche, también para mellar los resultados de la competencia, con estrenos en fechas destacadas y cambios de día. Todo ello en el último momento, claro, para así pillar al enemigo despistado.
Es así como la noche del pasado viernes se convirtió en todo un ir y venir de noticias, con el anuncio del estreno de Bertín en Telecinco en la noche del lunes, una noche en la que ya se había anunciado el regreso de El ministerio del tiempo. Parecía que Top Dance iba a morir entre estos dos, hasta que Antena 3 anunciaba que su más esperado estreno, La Embajada, también se estrenaba el lunes, desplazando al concurso de baile a la noche de los viernes. ¡A las armas!
Ayer además se anunciaba el cambio de emisión de Vis a Vis, una de las mejores producciones del momento que, tras unos excelentes resultados en su primera temporada, languidecía en la noche de los jueves, algo que, tras cuatro semanas de emisión, se intentará reparar con su paso al miércoles. Curiosamente, es la primera vez que un cambio de día de este tipo genera una oleada de comentarios positivos entre los seguidores de una serie, llegando a convertirlo en trending topic en la tarde-noche de ayer. Acostumbrados como estamos a que la audiencia no entienda de números, de ratings, de beneficios, llama la atención que por una vez se sea consciente de la necesidad de un cambio como este para que un producto funcione. Por cierto, que el miércoles, Vis a Vis se enfrentará a Masterchef y la final de Got Talent, que no ha sido el éxito rutilante que cabía esperar.
Pero antes de eso, la noche de hoy es la verdaderamente apasionante. ¿Será capaz Telecinco de hacerse con la audiencia que seguía a Bertín Osborne en TVE? ¿Encajará Agatha Ruiz de la Prada en el modelo de celebrity que llama la atención al público del canal? Es sin duda un reto importante en lo que se refiere a perfiles de espectador y programa. Uno al que no tendrá que enfrentarse Antena 3 con La Embajada, que es exactamente el tipo de ficción que está llevando a la cadena a su máximo en percepción de calidad en sus series y a unos resultados muy satisfactorios. La Embajada tiene todo lo que el espectador medio de Antena 3 quiere, todo lo que representan además las series de Bambú: elegancia, intrigas aparentemente simples pero con multitud de flecos y tramas cruzadas, actores muy conocidos y una factura realmente brillante.
En este caso, la historia se centra en la llegada a la embajada de España en Tailandia de un nuevo embajador, dispuesto a hacer todo con transparencia y el más absoluto respeto a la legalidad, un embajador que se topará con un nido de intrigas y corrupción que intentará limpiar y que apunta a convertirse en el menor de sus problemas. Junto a él, su mujer, una periodista de larga trayectoria que no tiene pensado abandonar su carrera por acompañar a su marido en las tareas diplomáticas lo que, sin duda alguna, generará importantes roces en lo personal y algunos problemas en lo profesional, sobre todo cuando otro periodista, destinado a cubrir la información de la embajada, le de un soplo que afectará a su vida privada y su vida pública de igual manera. Y eso es casi lo de menos de todo lo que pasa en el primer episodio de La Embajada, donde no hay un solo personaje aparentemente bueno o recto, más allá del propio embajador y de su hija que, en su inocencia, acabará en la peor posición de todos los protagonistas.
Difícil comentar el desarrollo de este primer episodio sin hacer spoilers, pues se trata de una sucesión de caminos que se abren ante el espectador de forma constante pero muy pausada, como para que nos quede todo bien claro y no nos perdamos en ninguno de ellos, paso a paso, embarrándonos cada vez más a medida que avanzamos. Es una de las principales virtudes de este arranque de serie, aunque también una de las cosas a tener más en cuenta a la hora de mostrarnos algo escépticos con la capacidad para sacarlas adelante de forma satisfactoria. Tras el tropezón de las dos temporadas de Bajo Sospecha, que abrían intrigas permanentemente pero que no conseguían cerrarlas convenientemente, una teme que en esta ocasión podamos encontrarnos ante algo similar y vamos ya con pies de plomo ante todo lo que se presenta ante el espectador.
Por último, comentar algunos personajes y actores destacados en este elenco repleto de caras conocidas en el que Amaia Salamanca repite como mujer cínica y algo malvada, un papel que le va mucho mejor que el de niña buena y desvalida con el que empezó y con el que estoy segura de que se divierte mucho más. Carlos Bardem por su parte, uno de los grandes desconocidos/conocidos del panorama nacional, también dará mucho juego, pues hace un villano muy convincente. Y no quiero olvidarme de Úrsula Corberó, quién no pasa en este primer episodio de niña felizmente inmadura, aunque tiene por delante un papelón que espero con interés. Son solo algunos de los actores que veremos en esta serie que, repito, está sembrada de caras conocidas en casi todos los personajes con frase. Por el momento, todos muy solventes, a excepción quizá de la protagonista, una Belén Rueda que no termina de llenar su papel, demasiado introvertida, algo avinagrada al principio, completamente amargada después, poco suelta en general, posiblemente el único personaje que no me ha gustado, pero solo han pasado 90 minutos y no querría pasarme de injusta con ella.
La Embajada fue estrenada hace un par de semanas en la edición de primavera del FesTVal, este año celebrada en Albacete, y la acogida de la crítica allí presente fue bastante fría. Personalmente, no la comparto, pues creo que es un muy buen arranque y que, a expensas de lo que la parrilla general pueda depararle, es una serie que debería funcionar muy bien, pues tiene todos los elementos necesarios para hacerlo y para hacerlo en Antena 3. Pendientes de su evolución, yo le auguro un buen futuro.