Que las normas de los realities de Telecinco son algo flexible, moldeable y adaptable, en función de los intereses del programa y la cadena, es algo que nadie duda ya y además algo muy razonable. No tiene sentido que un programa de televisión sea tratado como si habláramos del gobierno de la nación, exigiendo transparencia y lealtad a una serie de principios que día a día quedan obsoletos en función del desarrollo de los acontecimientos.
Hablamos de entretenimiento y, aunque se está jugando con el dinero de los espectadores, de aquellos que invierten euro a euro en salvar o eliminar a los concursantes, nada de esto tendría sentido si no hubiera un espectáculo detrás, si las imágenes que se muestran no dieran lugar a la polémica, si esta no se provocara con entradas y salidas, con mensajes, con conexiones o desconexiones, jugando con los concursantes como si de ratoncillos de laboratorio se tratara, con la ventaja de años de experiencia jugando. Al final, lo importante es la audiencia que hace el programa, lo que esta audiencia final va a suponer en ingresos para la cadena y no lo que en su pequeña aportación suman los seguidores de los concursantes, meros ratoncillos también en este juego manipulador.
Es en este tablero en el que productora y cadena han puesto en marcha un movimiento inusitado, uno que ha sorprendido a todos y que no se justifica con un interés por incrementar la audiencia, uno que por tanto nos hace pensar que hay algo más allá, un sibilino deseo de hacer ganador a uno y víctima a otro de sus dos finalistas, Carlos Lozano y Laura Matamoros respectivamente. ¿Como si no se explica que, a apenas una semana de finalizar el programa, se hayan hecho públicos los porcentajes de apoyo que lleva cada uno de los concursantes? A nadie se le escapa que una decisión así afecta negativamente a quién va en cabeza, haciendo que sus votantes se relajen en su afán por hacerla ganadora, mientras que espolea a quienes apoyan a un Carlos Lozano, a pocos votos de superarla, contrariados por unos datos que la semana pasada parecían claramente invertidos.
A estas alturas del programa es raro que Telecinco tenga interés alguno en que gane uno u otro concursante, pues en principio nada afectará esta decisión final a la audiencia, como no ha afectado nunca el que los ganadores de anteriores ediciones hayan sido unos u otros, insisto, una vez llegados a este punto del show. Así, uno no puede evitar plantearse qué se esconde tras esta decisión de comunicar a quién pertenecen los porcentajes y por qué la cadena podría tener interés en darle la vuelta a los resultados.
Es solo una elucubración mía, pero yo lo tengo muy claro: hacer de Laura Matamoros una víctima es lo más rentable para los programas en los que la familia se lucra desde hace algo más de un año. Insistir en el conflicto padre-hija acusando al primero de no haberla defendido suficiente, mostrar el disgusto de ella una vez fuera de la casa constatando que su padre no ha luchado por hacerla ganadora, mostrando su equidistancia, su falta de pasión, su desinterés por apoyarla hasta el punto de hacer que pierda el premio final, es un auténtico filón, tanto para Sálvame como para los propios implicados, un filón que, con unos cientos de miles de euros en el bolsillo no sería apremiante para la principal protagonista si se alzara con el premio.
Por su parte, Carlos Lozano se perfila como posible presentador de realities en Mediaset. Concretamente, su nombre ha sonado como conductor de una nueva entrega de Granjero busca esposa y, pese al aumento de su popularidad, no es lo mismo que salga de la casa como flamante ganador a que lo haga como segundón, machado y despreciado por casi todos.
La respuesta podría ser más sencilla pero, a día de hoy, no se me ocurre otra más plausible.
¿Y no es mas fácil pensar que quieren, mostrando resultados, que mas gente participe votando y con ello ganar mas dinero?