En medio del monotema que es en muchas de sus franjas horarias el canal Divinity, uno basado esencialmente en la emisión de un programa de reformas detrás de otro, un programa de búsqueda de casa detrás de otro, durante horas, en los últimos meses ha hecho su aparición uno nuevo: Buscadores de Minicasas, uno que me tiene fascinada y que va más allá de un típico programa de decoración o estilo de vida.
Buscadores de Minicasas sigue la línea de otros programas de la cadena, cuyo eje es la búsqueda de una casa nueva para unos propietarios que, o bien aún no tienen su propia casa o bien la que tienen se les ha quedado pequeña. Un cambio al fin y al cabo, uno que a menudo es complicado, por falta de presupuesto, por la dificultad de ajustar este presupuesto a las necesidades de la familia, pero siempre en la búsqueda de algo mejor y siempre con la idea de aumentar el espacio disponible, ya sea con más metros o con la redistribución de los que ya se tienen para dar la apariencia de un tamaño mayor.
En esta idea de que para mejorar se necesitan aumentar el espacio disponible es donde Minicasas empieza rompiendo los esquemas del espectador habitual, pues los protagonistas del programa lo que quieren por encima de todo es reducir el espacio en el que van a vivir. Pero una cosa es buscar una casa más pequeña y otra bien distinta esta dramática reducción de los metros cuadrados que nos lleva a descubrir casas de unos tamaños que hasta ahora solo habíamos visto en la exposición de Ikea.
Casitas de madera de 18 metros cuadrados, chalets prefabricados más pequeños que una autocaravana y hasta soluciones habitacionales poco tradicionales, como tipis o construcciones tradicionales de pueblos nómadas, sin conexión a la red eléctrica o la acometida de agua. Soluciones peculiares para personas diferentes que han decidido cambiar de vida, no por una cuestión económica, sino por un cambio de mentalidad que hace que tomen una decisión como esta, cambiando por completo su forma de vida.
El programa, aparte de sorprender por la capacidad de albergar estancias y espacio de almacenamiento de algunas diminutas viviendas, es también una manera de explorar las circunstancias que llevan a alguien a semejante cambio de vida y las posibilidades que renunciar a ciertas comodidades pueden abrir en la vida de las personas. Desde un mayor contacto con la naturaleza a una conciencia ecológica, todas las excusas valen para dejar tu gran piso en la ciudad o el sótano de la casa de tus padres y trasladarte a vivir a cuatro paredes que pueden llegar a resultar tremendamente claustrofóbicas.
Lo maravilloso del programa es que uno como espectador puede pasar de considerar a estos individuos como unos locos excéntricos a verlos como unos auténticos románticos y recordar esos primeros días de convivencia con tu pareja, esos en los que lo importante era estar juntos y muy pegaditos a todas horas, sin importarte el mundo ahí fuera. Un carrusel de emociones que me deja fascinada cada vez que lo veo, tanto como me fascinan otros programas de la cadena en los que la premisa es exactamente la contraria, los muchos metros, el espacio abierto, los enormes ventanales.
O yo no estoy centrada o el programa está muy muy bien hecho.