Hemos hablado en multitud de ocasiones de las dificultades que supone para la producción de una serie la incertidumbre sobre su posible renovación, la complicación que conlleva no tener una agenda definida ni saber si debe reservarse al equipo técnico, no digamos ya al artístico, para una posible nueva temporada y el riesgo que se corre cuando la lógica del mercado hace que los principales protagonistas de una serie reciban ofertas de otras producciones cuando aún no se ha confirmado su continuidad en la primera.
Sustituir a los miembros del equipo técnico es más o menos fácil, pero hacerlo con los actores, que en definitiva son aquellos que dan la cara frente al público, es terreno muy resbaladizo y se corre el riesgo de que la serie se convierta en otra cosa si por culpa de una mala gestión de la confirmación de renovación, uno de estos protagonistas no puede estar presente en parte de los días de rodaje o incluso en varios de los episodios de la nueva temporada.
Es exactamente esto lo que le ha ocurrido a El ministerio del tiempo con la figura de Rodolfo Sancho quién, inmerso en la grabación de Mar de Plástico, no ha podido estar presente en los últimos episodios emitidos de la serie de TVE. Los guionistas han tenido que inventarse un viaje, una crisis personal y, lo que era más complicado, un sustituto, para esta importante ausencia.
Hay series en las que la desaparición de uno de sus protagonistas es relativamente fácil de gestionar. Lo vemos por ejemplo con Velvet, que ha tenido que prescindir de Miguel Ángel Silvestre por su compromiso con Sense8 pero que, al ser tremendamente coral, no ha sufrido demasiado con su ausencia. Sí, es cierto que los más románticos echarán de menos sus idas y venidas con el personaje de Paula Echevarría, pero todo sigue funcionando en las galerías y hay historias de sobra para cubrir su marcha.
No ocurre lo mismo con El ministerio del tiempo, cuyo trío protagonista carga con todo el peso de una historia que no es coral y cuyos secundarios, pese a ser muy potentes, no tienen estructura suficiente en sus tramas para compensar una baja como la de Sancho.
Y es así como llegamos a Hugo Silva y su papel de Pacino, que está cubriendo con creces el espacio que ha dejado Rodolfo Sancho y que amenaza con merendarse a su predecesor. Lo que en un principio parecía un problema, un vacío a solventar lo antes posible y del que salir casi con la misma celeridad, se ha convertido en un soplo de aire fresco y divertido, en un elemento de chulería moderno, con un sentido del humor que conecta con la gente a otro nivel, mucho más cercano, en un personaje que representa muchas de las virtudes de unos guiones con una intensa carga de retranca y la bisoñez propia de alguien que ha viajado a un futuro que no domina del todo.
El papel de Hugo Silva ha dotado de nueva personalidad a las aventuras de estos viajeros del tiempo, una personalidad que gusta, que hace reír, que brilla y que nos ha hecho olvidar por completo al triste Julián y esa extraña historia que le une a Amelia. Y es así como su vuelta, lejos de ser deseada, provoca pereza y la solución a un problema grave como era la ausencia de un protagonista se convierte en sí misma en otro problema, pues al haberlo resuelto tan sumamente bien, es ahora la despedida la que puede provocar un vacío difícil de llenar.
Complicada tesitura a la que se enfrenta el Ministerio.
Totalmente de acuerdo. A mi Hugo Silva era un actor que no me decía nada, supongo que tanto papel de chulo insoportable me hizo tener esa impresión, pero en el MDT lo he redescubierto y me encanta. Tiene que quedarse, le da una vis especial al trío. El papel de Rodolfo era demasiado ñoño…