Podríamos hacer el juego de palabras fácil y afirmar que era cuestión de tiempo que el programa del mismo nombre desapareciera de la parrilla de TVE, pero no lo voy a hacer… bueno, ya lo he hecho. Pero es que parecía tan evidente desde el mismo arranque del programa que su viabilidad era escasa, que su recorrido sería muy corto, que a nadie ha sorprendido que haya durado apenas dos semanas en emisión.
No es solo lo insulso del formato, la falta de emoción del planteamiento, lo pasado de moda que resulta el conjunto, es la dificultad de sacar adelante algo nuevo en un hueco de la parrilla que parece más de relleno que otra cosa, un espacio que, flanqueado por los seriales en un lado y el docushow médico imposible por el otro, no parecen dar tregua a una novedad como esta, que nada tiene que ver con lo que la rodea, ni con lo que otros ofrecen en esa misma franja. Una franja tan asentada para otros formatos, que resulta difícil pensar qué tipo de contenidos pueden resultar competitivos y que, precisamente por eso, precisa de un riesgo con algo de muchísima calidad y absolutamente rompedor, para lo cual, ni hay presupuesto, ni masa crítica que lo justifique o todo lo contrario, una vuelta a los básicos.
No parece que exista solución posible para una televisión pública que padece serios problemas de identidad y de calidad, una TVE que no deja de intentar nuevas formas de recuperar la audiencia perdida a base de apuestas imposibles. En casos como este, me gusta jugar a programadora, a jefa de proyectos y me planteo qué podría funcionar en un espacio como ese, con la ventaja añadida de la falta de presión que proporciona el no tener que rendir cuentas a los anunciantes. Y en este juego yo apostaría por dos conceptos: uno de ellos lo tengo claro, la recuperación del magazine de tarde, que con un conductor del tipo Jaime Cantizano, podría funcionar a la perfección con la audiencia que arrastran los seriales. En ese magazine tendrían cabida incluso algunos de los contenidos que conforman España Directo o Aquí la tierra y que funcionan relativamente bien en la última parte de la tarde. Sencillo, al grano, y no demasiado costoso.
También se me ocurre que, pese a que ya existe Clan, no pasaría nada si de pronto reincorporamos algo de programación infantil en la parrilla generalista de TVE y ese hueco que deja libre Gaztañaga es ideal para los más pequeños de la casa. Eso sí, esto supondría eliminar Centro Médico de la parrilla, pues no parece un contenido muy adecuado para seguir a la programación infantil, con sus grandes dramas, sus graves enfermedades y sus caras de angustia permanente. Un contenedor Clan de una hora de duración funcionaría muy bien a nivel presupuestario, y daría la oportunidad a otro tipo de audiencia, desde hace tiempo abandonada.
Dos opciones para una tarde que no consigue estar a la altura, que no remonta desde hace años, que no encuentra su sitio y que quizá recurriendo a lo más sencillo lograría renacer.