El pasado viernes Antena 3 arrancaba la fase final de esta edición de Tu cara me suena con la emisión de las galas en directo, unas galas que previsiblemente tendrían un mejor resultado que las anteriores o, como mínimo, uno tan bueno como estas, lo que significa ganar la noche en franja de coincidencia con su más directo rival en la parrilla, Sálvame Deluxe. A pocas décimas de share uno de otro, pero con casi un millón de espectadores de diferencia, el talent de Antena 3 se ha caracterizado por un despliegue de talento superior a la media de sus anteriores ediciones y una opción de entretenimiento fabulosa para quienes nunca han sido fans de la versión nocturna de Sálvame e incluso para quienes están ya cansados del ir y venir de los mismos personajes, contando las mismas cosas una y otra vez, cosas que además van a repetirse insistentemente toda la semana en el diario, por lo que un seguidor habitual del programa puede «permitirse el lujo» de no ver el Deluxe, sabiendo que no se perderá nada.
Es así como los productores de este show se devanan los sesos cada semana desde hace un par de meses para destapar los escándalos más oscuros de sus «estrellas» de reality, con mayor o menor suerte y, en ocasiones, logran captar algún que otro personaje externo para dar la campanada, o intentarlo. Es el caso de este pasado viernes, en que se anunciaba a bombo y platillo la primera entrevista como pareja de María Teresa Campos y Edmundo Arrocet, alias Bigote, una entrevista innecesaria y algo pasada para una pareja que ha sido muy llamativa en el arranque de su relación, pero que, por su naturalidad y su ausencia de complejos y escándalos, no tiene mucho que contar que no haya contado ya, sobre todo ella, que se ha prodigado en pantalla contando su historia.
Pese a todo, la entrevista se vendía como el gran evento de la noche, como aquello que iba a hacer que todo el mundo sintonizara Telecinco y olvidara el espectáculo que en Antena 3 daba el mejor casting hasta la fecha de Tu cara me suena, un llamamiento algo flojo en un target que no parece que fuera a renunciar a los cantantes por una pareja como esta, aunque nunca se sabe. Poca confianza debían tener en la cadena también, pues no fue hasta la finalización del programa cuando se atrevieron a dar paso a la Campos y su Bigote para una entrevista que los colaboradores vendieron como un privilegio y que, como tal entrevista, fue un verdadero desastre.
Acostumbrados como están en Sálvame a que todo lo que se cuenta sea profundamente irrelevante, a que la gracia de lo hablado esté en el conflicto y a que sean los propios entrevistadores quienes cuentan las cosas más suculentas, el hecho de tener enfrente a alguien a quién respetan, sin escándalos (o al menos ninguno que se fuera a poner de manifiesto) y sin el morbo de jugar a no contar y dejar que sean ellos quienes vayan soltando pildoritas rescatadas de las numerosas «gargantas profundas» que les abastecen de información, la entrevista fue un horror. Ni una sola vez lograron pararse a escuchar lo que los entrevistados iban a decir, ni una sola vez estos lograron completar una frase completa sin que alguno de los colaboradores les pisara con una nueva pregunta, con una opinión personal, ni una sola cosa nueva contaron, ni una sola vez se escuchó al otrora locuaz Edmundo, contar lo que, quizá desde un tierno punto de vista, podría causar algo de intriga en el espectador. No hubo intercambio de preguntas y respuestas, no se habló, no se conversó.
Para rematar, la feliz pareja fue invitada a hacer un dueto musical, ellos se hicieron los sorprendidos pero luego resultó que cantaban en playback, lo que convirtió en ridículo el paripé de hacer como que era una improvisación, un ridículo que rápidamente quedó olvidado cuando escuchamos cantar a María Teresa y su autotune y no pudimos evitar pensar ¿Qué necesidad? Y total para nada, porque no lograron superar a su directo rival.