Aún no ha empezado la campaña electoral y yo ya estoy muy cansada de ver a los políticos pasearse por los platós de televisión, con el añadido de que ahora es mucho más difícil escapar de su pesada presencia, con la moda de acudir a todo tipo de programas y formatos, desde el más serio debate político a la más tontorrona charleta de amiguetes. Pese al hartazgo, me está gustando ver las novedades y cómo se van acomodando unos y otros a la nueva tendencia. Nos está pasando eso de «Be careful what you wish!» después de años y años de envidiar a los norteamericanos por la naturalidad con que sus presidentes y candidatos acudían a hacer de todo en televisión. Ya solo nos falta que las primeras damas y ‘damos’ se apunten al espectáculo y estaremos a la altura.
En medio de todo este circo, me llaman la atención las críticas desmedidas de los distintos grupos de opinión, que no son capaces de ver más allá de lo que afecta a los suyos, sin el menor espíritu crítico o condescendiente. Lo vemos muy especialmente en los ataques a Atresmedia, grupo al que pertenecen, por si alguno aún no lo tiene claro, tanto La Sexta como Antena 3, dos canales claramente editorializados, uno más que el otro y en pleno derecho de hacerlo como cadenas privadas que son.
Después de que La Sexta se haya convertido en el mejor altavoz de Podemos durante meses, después de la innegable importancia que la presencia de sus líderes y afines ha tenido en los resultados electorales del partido y después de las encarnizadas críticas que desde el otro lado del espectro político han recibido por ello, son ahora ellos y sus seguidores los que se revuelven por el tratamiento que en Antena 3 se da a otro de los líderes emergentes, un Albert Rivera que está mucho más alineado con el perfil de la cadena y al que, efectivamente, Pablo Motos trató entre algodones en su último paso por El Hormiguero, algo más que habitual en el tipo de entrevista amable que acostumbra a hacer el programa, pero muy distinto al tono que unos días antes había empleado con Pablo Iglesias frente a quién se imbuyó del espíritu de Ana Pastor, con mucho menos talento o al menos mucha menos práctica.
Atresmedia lo está haciendo muy bien en este sentido. Tiene dos cadenas muy bien diferenciadas y en cada una de ellas tira por uno de los candidatos que más interés despiertan, no ya en el electorado, sino en su audiencia. Unos muy claramente, otros de forma más discreta o quizá debiéramos decir menos frecuente, aunque solo sea porque tiene menos programas dedicados a tratar la política y a los políticos. Lo curioso es que la gente se les eche encima por estas cuestiones sin pararse a pensar que no están a favor de uno u otro, sino de ambos y de ninguno, como un grupo unido que, en última instancia, busca su audiencia y, de paso, su pequeña (o gran) cuota de influencia en el cambio.
Y posiblemente sea esta la razón principal por la que el debate a cuatro que próximamente emitirá Antena 3, se verá también en La Sexta, un ejemplo más de estas prácticas que tantas veces he criticado de unificar la emisión de los canales de un mismo grupo pero que, en esta ocasión, más allá de limitarse a un intento de sumar espectadores al peso, que también, busca atraer a cada uno allí donde políticamente se sienta más cómodo. Sería apasionante ver los datos de audiencia al día siguiente con el detalle de los perfiles de las familias y, muy especialmente, su intención de voto. Más allá de la propia emisión del debate, habrá programación antes y después del mismo, donde estas diferencias de perfil y de línea editorial se mostrarán más claramente que nunca.
Si uno sabe claramente donde se posiciona en términos políticos, lejos de revolverse en su salón criticando a todos los que no piensan como él, bien haría en aprovechar la oportunidad e ir cambiando de canal a cada rato. Se sorprendería de cómo cambian las cosas con un solo click del mando a distancia del televisor.
La Sexta habrá servido de altavoz a Pablo Iglesias durante meses por la afinidad que apuntas, y porque comenzó su andadura televisiva allí. Pero incluso en La Sexta he visto ir a cuchillo para derribar sus argumentos, ya sea Ana Pastor, Évole o cualquier contertulio que le pusieran delante en La Sexta Noche. Hubo un momento que el reto periodístico de cualquier medio era poner contra las cuerdas a Pablo Iglesias. Pocas entrevistas ha tenido fáciles, y esa filosofía de la que hablo se sigue manteniendo.
En cambio las entrevistas a Albert Rivera suelen ser muy muy soft. Vamos, a Albert Rivera y a Pedro Sánchez. De hecho, salvo excepciones las entrevistas a políticos suelen ser bastante amigables.
Las únicas veces que he visto darle cera a Rivera ha sido Wyoming y Pastor. Y ya.
Así que para nada de acuerdo con lo que dices. Lo de Motos clamó al cielo por el tipo de formato que es. No critico individualmente ni la entrevista que le hizo a Iglesias o a Rivera, pero tenía que haberse comportado de la misma forma con ambos.