Tremendo el follón que se montó ayer cuando desde la cuenta de Twitter de los informativos de TVE se lanzaba un tuit en el que se apoyaba la gestión del gobierno del Partido Popular. Un tuit que realmente no era tal apoyo, sino que se había comido las comillas correspondientes que debían dar cuenta de que se trataba de una cita acerca de las declaraciones de un miembro del partido.
La torpeza era grande, y no era la primera vez que ocurría, pero solo trascendió más allá del primer momento por el hecho de representar una afirmación en clave política de una cuenta de informativos pública, a la que debemos presuponer una imparcialidad. Si el resto del tiempo los 14o caracteres con los que se da cuenta de la actualidad tienen faltas de ortografía, errores gramaticales o conforman frases sin sentido derivadas de la necesidad de recortar caracteres para acomodar el texto a las limitaciones de la aplicación, lo normal es que nadie diga nada, que no se monte ningún follón, que no se presupongan maledicencias por parte de quienes son los responsables de teclear y se achaque a una simple errata.
Y aquí es donde está el principal problema de nuestra sociedad televisiva en términos educativos, el problema al que deberíamos prestar atención en lugar de solo revolvernos cuando la incultura y la incompetencia de unos da como resultado una frase que no nos gusta o nos parece inapropiada. Sí, al tuit de marras le faltaban las comillas, pero al menos la frase estaba bien construida, algo que no es tan habitual cuando, también por el afán de resumir y hacer caber un determinado pensamiento en un faldón, vemos frases inconexas, letras cambiadas de sitio, verbos desaparecidos, predicados sin sujetos, sujetos incoherentes, cada día, en cada programa en directo. Daría para escribir un libro de gazapos, uno bien gordo.
Es la suma de un no saber hacer que nos persigue desde hace años, de dejar en manos de cualquiera la imagen de un programa y de la falta de atención al detalle de un montón de gente que, con unas tareas que implican, entre otras cosas, no dejar de mirar a una pantalla en el tiempo que dura el programa, son incapaces de leer las letras que se amontonan frente a sus ojos y descubrir el sinsentido que allí aparece. La culpa se la llevan siempre los becarios, esos pobres recién llegados e inexpertos a los que deberían formar, pero que rara vez reciben dedicación alguna y se limitan a completar tareas sin valor añadido, día tras día, sin motivación ni apenas sueldo pero que, aún así, no tienen excusa para no saber escribir correctamente. Para llegar a ese puesto han debido aprobar primaria y secundaria y, si efectivamente son becarios, hasta estarán estudiando un grado universitario ¿cómo es posible que no sepan construir frases completas con sentido? ¿por qué no se releen antes de aprobar el texto para lanzarlo a emisión?
Y lo que es peor ¿cómo es posible que esas frases estén tantísimo tiempo en pantalla sin que nadie se percate de los errores? ¿Por qué nadie las lee en control, ni en plató, ni en continuidad, ni siquiera en los despachos de quienes tienen forradas las paredes con las señales de todos sus canales?
No es un problema de falta de objetividad política, es un problema de educación básica, de saber escribir. A muchos de estos habría que mandarlos de nuevo a la ESO a ver si aprenden a juntar letras. A los demás, a un curso de ganchillo, a ver si aprenden a prestar atención a los pequeños detalles.
Yo trabajé en conti. Aquí cuento cómo NO nos dejaron corregir un texto erróneo. Para mear y no echar gota, pero real 100%. Muy triste.
Cosas de la tele. El mensaje http://sentidosysinsensentidos.blogspot.com/2012/06/cosas-de-la-tele-el-mensaje.html