¿Cómo puede hacer Ryan Murphy una cosa tan horrible? Es lo que no podía dejar de preguntarme mientras veía el primer episodio de Scream Queens, la nueva serie del responsable de cosas tan distintas como Glee, The New Normal o American Horror Story, tres ejemplos recientes de como se pueden hacer buenas cosas en géneros muy dispares. Cosas exageradas, sí, pero muestra de talento indiscutible (The New Normal sea quizá la más floja de las tres, aunque yo siempre fui muy fan de ella y creo que tiene episodios memorables y frases enmarcables).
Pero volvamos a Scream Queens: planteada como una serie juvenil, posiblemente buscando el público que ha quedado huérfano tras la despedida de Glee, la historia se centra en la típica fraternidad de niñas populares, muy pijas y muy ricas, con toda la mala leche, la mala educación y la soberbia que caracterizan a este tipo de personajes cuando son llevados al extremo, ridiculizados y caricaturizados. Sin embargo, lejos de servir como una crítica a un tipo muy concreto de protagonista, uno que hemos visto mil veces, no consigue resultar gracioso, ni terrorífico, ni siquiera incómodo, simplemente resulta antipático, desagradable y muy poco apetecible.
La presencia de Jamie Lee-Curis, lejos de ayudar al conjunto, resulta también patética, no tanto por su propia actuación, como por la pregunta inevitable que nos viene a la cabeza al verla «¿tan mal está el panorama que has aceptado hacer esto?». De Lea Michelle y su collarín mejor no hablamos.
La sobredosis de gritos, muertos, medio muertos, tópicos y sobresaltos, las pinceladas de Greek, Pretty Little Liars, y toda serie o película anterior que se os ocurra sobre el tema fraternidades y guerra de populares contra feos y demás marginados, es tan mala y exagerada como podáis imaginar y la cosa no llega a ser ni un placer culpable, ni una serie trash, que es la nueva manera de definir esas producciones horrorosas que no puedes dejar de ver y que te hacen sentir como Carolina de Mónaco bailando el último hit de Ylenia… y disfrutándolo.
Claramente, Scream Queens es un no rotundo.
Es una mamarrachada como un piano, pero tiene un puntito de guilty pleasure que me tiene ganado.