(OJO: Algún spoiler sobre el primer episodio de la nueva temporada de Downton Abbey)
Hace unos meses disfrutábamos de la promo de la última temporada de Downton Abbey, una promo que provocaba cierta nostalgia, la de saber que estábamos a punto de presenciar algo por última vez, una despedida que se iba materializando en un avance cargado de la personalidad de los Grantham y todos los que les rodean.
Ha sido esta semana cuando la serie ha regresado por fin a las pantallas británicas y cuando hemos podido ver de qué manera se enfrentan sus personajes a la nueva realidad social que invade Gran Bretaña, con esas diferencias entre señores y criados cada vez más pequeñas, con esas mansiones impecables cada vez más imposibles de mantener y con ese ascenso de la mujer en todos los ámbitos, cada vez más tenidas en cuenta, cada vez más capaces.
El regreso de la serie ha dejado sobre la mesa algunas de las cuestiones sobre las que claramente girará está última temporada:
– Las hijas Crawley: dispuestas a ser felices y apostar por lo que desean, aunque no sea lo más convencional para los tiempos que corren. Parecía que la rebelde era la pequeña pero, tras su muerte, sus hermanas no se han quedado cortas y tanto Mary como Edith van a ser la punta de lanza de esa sociedad cambiante. La primera como heredera de la gestión de los negocios y el patrimonio de su padre, la segunda como madre soltera en la ajetreada Londres, lejos de los cotilleos del campo. Bien por ellas.
– Carson y Mrs.Hughes: comprometidos desde el final de la pasada temporada, tienen las mejores escenas de este primer episodio, con las dudas y temores que un nuevo matrimonio a una edad algo avanzada genera. La intermediación de Mrs. Patmore no puede resultar más entrañable. Su historia no dará mucho más de si, pero ha sido el toque más humano y cálido de todo el episodio.
– Anna y Bates: la pareja cansina de la temporada, o al menos así han empezado. Después de la estupenda interpretación de Joan Froggatt en pasadas temporadas, su constante cara de lástima y su incapacidad para ser feliz y afrontar los problemas con ánimo empieza a ser lastimera. Ahora que está liberada de la presión del asesinato, el drama de no conseguir quedarse embarazada. Siempre ha habido personajes en las series a los que todo les pasa, pero algo está mal llevado en ellos que, lejos de conseguir que me provoquen pena y ansíe un final feliz para ellos (que seguro llegará), solo consiguen cansarme.
Alrededor de estas líneas principales hemos visto una Daisy testaruda y precipitada, a una como siempre inigualable y fabulosa Condesa viuda de Grantham, a los amargados de siempre haciendo las maldades habituales (aunque llama la atención ver a Thomas tan niñero con los pequeños de la casa) y un aparente poco interés por hablar de amor, especialmente en el piso de arriba.
No creo que esto acabe así, pero sería sin duda un interesante cierre a una historia que empezó como una bonita comedia romántica y ha evolucionado hacia una fotografía de la Inglaterra de principios del S.XX y sus cambios sociales.