Ayer Antena 3 estrenó su apuesta fuerte del otoño, Mar de plástico, una serie ambientada en los invernaderos de Almería en la que podrían haber optado por dejar a cada actor con su acento particular, lo tengan o no, y evitar la cantidad de críticas, en mi opinión bastante absurdas, que se sucedieron precisamente por la manera en que estos se metían en el papel, adoptando un acento que no es el suyo, pero que tampoco es el propio de Almería.
No es la primera vez que ocurre algo así, al contrario, es una crítica muy habitual cuando se ambienta una serie en algún lugar específico de la geografía española y yo sigo sin entenderlo por más vueltas que le doy. Obviamente, entiendo que es importante hacer las cosas con el mayor mimo, estudiar las peculiaridades de cada zona y hacer de ellas elementos de los personajes que se interpretan, buscando una ficción lo más parecida a la realidad que se interpreta, pero siempre dentro de un orden y sin pretender hacer una fotografía de una realidad que nada tiene que ver con la creación de una serie.
Ilustro esta entrada con algunos ejemplos de críticas vertidas en Twitter, ejemplos que respeto aunque no comparta y que, en ningún momento, pretenden ser otra cosa que un ejemplo más de los muchos que ayer inundaban el timeline.
Una de las primeras críticas que leí ayer en este sentido, hablaba de lo irracional de contratar a actores no andaluces. Es un comentario que no sé por dónde empezar a analizar. Supongo que quienes piensan así abogarían porque Memorias de África lo hubiera protagonizado una danesa en lugar de Meryl Streep, por poner solo un ejemplo.
https://twitter.com/lsSamaniego/status/646428648615055360
También se critica el hecho de que todos los acentos sean iguales, como si hablara de la misma manera en las distintas zonas de Andalucía, algo que efectivamente, será cierto, pero que solo perciben los que son capaces de diferenciar un acento de otro, matices que desde fuera son bastante irrelevantes y que exigen un trabajo extra que ni está reconocido ni recompensado.
Tampoco sería culpa de los actores en cualquier caso no ser capaces de discernir un acento andaluz de otro, toda vez que eso es trabajo de preproducción, de dirección y de un coach específico para cada uno de ellos, que sepa darles esos matices que diferencian el acento de un pueblo de aquel del pueblo de al lado. Sí, tienen razón quienes dicen que es trabajo del actor hacer todo lo posible por que su interpretación sea perfecta pero, a la velocidad a la que trabajan las producciones televisivas y con los presupuestos que manejan, ni creo que dispongan de horas para prepararse acentos tan específicos, ni creo que se los financie la producción. Son pequeños detalles que pasan desapercibidos a la mayoría de la audiencia, como pasan desapercibidos los matices a cualquier turista que visita una zona u otra de Andalucia, de forma ocasional y sin prestar atención a esos detalles.
@chicadelatele al menos que sepan que en Garrucha y en Conil no hablan igual.
— Dei V (@davidvozmediano) September 22, 2015
La cosa cobra un nuevo sentido cuando la discusión ya no es si el acento almeriense se borda o no, sino el hecho de repudiar el acento sevillano.
@chicadelatele @pablomita pues ese no es el problema. O acento almeriense o acento neutro. ¿Acento sevillano? NUNCA, por favor…
— Raúl Piñeiro Rguez. (@raulicoblantons) September 22, 2015
La conversación termina de enredarse en lo incomprensible cuando se acusa a «los de Madrid» de ser los culpables de semejante desaguisado con los acentos, como si el hecho administrativo de que la productora esté localizada en Madrid significara de forma automática que todos los que allí trabajan han nacido y vivido en la capital.
¿Por qué la gente de Almería en #MarDePlastico habla sevillano? ¿Cuando aprenderá Madrid que existe el acento oriental?
— Pablo Herrera 🇵🇸🏳️🌈🔻🌻 (@dalvenvainor) September 22, 2015
¿Y qué pasa cuando son los propios andaluces o habitantes de Andalucía los que no se ponen de acuerdo sobre qué tipo de acento es el que realmente estamos escuchando?
https://twitter.com/manuelronline/status/646452199804018688
Ocurre luego que si un actor se propone hacer las cosas al pie de la letra y de forma estricta, nadie comprende por qué «habla raro», como ocurrió con Mariano Peña en Allí Abajo cuando, en su intento por imitar el pretendido acento elegante de un sevillano de postín que realmente no lo es, acabó haciendo algo muy extraño que nadie entendía y que acabó teniendo que ser explicado, cuando ya no tenía remedio y medio país era incapaz de abstraerse de la rareza cada vez que el actor aparecía en pantalla. Y es que, a veces, las particularidades de un determinado acento pueden resultar tan ajenas al común de los mortales que intentar adaptarlo de forma estricta da un resultado contrario al que se pretende.
Verdaderamente, me parece que a veces nos fijamos en unas cosas insignificantes y criticamos hasta aburrir, sin prestar atención a lo verdaderamente importante: la fotografía, las tramas, la creación de conflictos, las personalidades de cada personaje y su posible implicación en los hechos. En lugar de entrar en el juego de la intriga, de abstraernos de todo y meternos en la historia, perdemos el tiempo en discutir sobre cosas que tendrían sentido si estuviéramos viendo un documental pero nunca con una serie de ficción… y no será porque no nos avisan desde el principio del primer episodio.
En términos de audiencia, el estreno fue todo un éxito, con un total de 4.967.000 espectadores, sumando todos los canales en los que se emitía (recordemos que se trataba de un estreno multicanal, como todos los que últimamente hacen las dos grandes cadenas con sus ficciones).
Yo soy andaluz, de Cádiz, y una cosa tengo clara sobre este asunto. Aquí hay tantos acentos como personas. Nos gusta jugar con el acento para enfatizar de una manera o de otra. Solemos utilizar muchos registros dependiendo de con quién o de qué se hable o de lo gracioso que te sientas en ese momento. Identificar un pueblo, ciudad o provincia con un acento determinado es caer en el estereotipo sí o sí, lo cual es igual de falso que un acento irreal o forzado.
Así es como suena esta reflexión en mi cabeza:
«Yo soy andalú, de Cádi, y una cosa tengo clara sobrel asunto. Asquí hay tanto asento como persona. Nos gusta jugá con el acento pa enfatisá de una manera o de otra. Solemo utilisá muchos registros dependiendo de con quién o de qué se hable o de lo grasioso que te sienta en ese momento. Identificá un pueblo, siudá o provinsia con un asento determinao es caé en el estereotipo sí o sí, lo cual es iguá de falso que un asento irreá o forsao.»
Así es como hablo con mis amigos y sí entienden todos los matices que esconden esas acortaciones y acentuaciones tan peculiares, pero a alguien no acostumbrado le parecerá falso, impostado o exagerado y le desconcertará igual. El caso es que creo que antes que real, realista o fidedigno, el acento en televisión debe ser televisivo, que no despiste ni desconcentre.
El caso de Mariano Peña me parece un ejemplo de lo que digo. No conocía el hecho de que hubiera provocado quejas (y qué no hoy en día) y me ha hecho gracia que tuviera que dar explicaciones… A ver, no es un acento andaluz propio de ningún sitio. Probablemente aunque vivas aquí nunca conozcas a nadie que hable así todo el tiempo. Es decir, no es un acento real ni realista. Pero sí me parece el más artístico, en varios sentidos de la palabra. Televisivamente creo que cumple su función de transmitir la extravagancia de su personalidad. Pero también me sugiere y me recuerda al artista cotidiano de la palabra que es típico por estos lares. A esa persona que es capaz de convertir cualquier historia que te cuente en una aventura y provoca carcajadas sólo con abrir la boca. Me transmite el cachondeo de alguien que te cuenta algo porque sabe que te lo vas a pasar bien y puede ser cualquiera que encuentres inspirado en ese momento. Me recuerda a gente con un dominio tan absoluto de su acento como el que tienen los actores de comedia sobre sus facciones y sus gestos, y que dependiendo de qué peculiaridad del habla use puede hacer que cambie el chiste. La «carga cuartetera» que llamamos a ese arte en Cádiz. Gente como Manu Sánchez o Antonio Reguera, que han desarrollado una manera de hablar arrolladora y que, de hecho, han convertido en su marca, aunque, valga la redundancia, quizás demasiado marcada para quien no conozca mucho el habla de aquí.
El caso es que Mariano Peña quizás no construye un acento ortodoxo ni totalmente representativo de la gente de su ciudad, pero sí enfatiza otros aspectos de su personalidad que me parecen más interesantes que remarcar la procedencia del personaje constantemente. Sólo con escuchar dos frases suyas ya sabes que es un tío pícaro, que sabe sacarle provecho a la labia, que es distinguido, pero también fanfarrón, que tiene soluciones para todo aunque es mejor no fiarse de ninguna, que lo que te está contando seguramente sea mentira… Y es que hablar andaluz no es sólo cambiar algunas consonantes, eliminar otras y añadir mucho pisha y miarma a los diálogos. Además este hombre es prácticamente el único de la serie que utiliza su acento para reforzar al personaje y no sólo para indicar en qué parte de España ha nacido… Yo creo que es un uso muy efectivo del habla, lo que ya no sé es si el desconocimiento de esos matices puede espantar a espectadores no muy familiarizados con el andaluz. Aunque creo que en una serie que basa su humor en juntar vascos y andaluces, con todas sus diferencias, y ver qué pasa, ese ejercicio de acento tan personal sólo debería sumar, nunca restar.