El culebrón Mariló Montero se reaviva en TVE, después de que hace unos días circulara la información de que su nuevo contrato estaba pendiente de firma por parte de la presentadora. A esta información se suma ahora la denuncia por parte del sindicato UGT, que apunta a que la presentadora no estaría dispuesta a firmar su reincorporación si no se cumplen una serie de requisitos, entre los que figura el relevo de la plantilla del programa (trabajadores de TVE) y la renovación del contrato por un año completo y no sucesivos contratos trimestrales.
Parece ser que Mariló quiere tener un mayor control sobre el programa, del que también habría pedido ser directora, un control que hasta el momento estaba en manos del equipo de TVE, responsable de un formato del que aparentemente Mariló solo es la cara visible.
Es una complicada tesitura en la que todos tienen su parte de razón, pero dónde yo veo a Mariló con muy poca capacidad para negociar. Si bien es lógico que ella quiera tener el mando de un programa en el que da la cara a diario, pudiendo controlar una serie de cuestiones que, en última instancia, repercuten sobre su imagen como profesional, no parece lógico que se le conceda esta petición, al menos en lo que respecta al relevo del personal, toda vez que la cadena pública no está en disposición de incrementar los costes de producción de un programa para externalizarlo cuando cuentan con un equipo y unos medios internos suficientes para sacarlo adelante. No se justifica económicamente y sería casi escandaloso que se aprobara.
Se mete así Mariló en un jardín de difícil salida, pues se enfrenta a todo el equipo encargado de hacer que su trabajo sea fluido y salga adelante sin tropiezos, un trabajo del que ella es al final quién da la cara y quién queda mal si no se resuelve adecuadamente. Nada puede ser peor para un presentador de televisión que no tiene el mando del programa que estar enfrentado a su equipo.
Más razón tiene sin embargo en pedir un blindaje de su contrato, o al menos que este tenga una duración por una temporada completa. Trabajar con contratos de tres meses puede sonar lógico en programas de televisión cuyo horizonte es incierto pero, en este caso, todas las cartas parecen estar sobre la mesa y, salvo cambios inminentes y fulminantes derivados de los resultados de las próximas elecciones generales, no debería haber problema para garantizarle su puesto hasta el próximo verano.
El principal escollo de todos a los que se enfrenta la presentadora en este momento es el buen resultado que ha dado su sustituta al frente del programa, Teresa Viejo. Una cara nueva aunque sobradamente conocida, que ha logrado remontar los malos datos que provocó la precipitada salida de Montero. Cuando tu marcha no hace sino probar que no eres imprescindible, tu margen para negociar se desvanece y no te queda más remedio que pedir aquello que quieres, pero firmar aunque no te lo den y eso parece ser lo que ha hecho Mariló a la vista de las nuevas informaciones que llegan según escribo esta entrada y que afirman que la presentadora ya habría firmado su regreso, sin que sus peticiones hayan sido atendidas.
No creo que sea el último episodio de esta historia que no parece renovarse con buen pie. Mariló no es de las que se quedan calladas.