Esto podría parecer un titular tramposo para conseguir visitas pero no, nada que ver, es una pregunta legítima a una característica que hace que estos dos personajes tengan mucho más en común de lo que pudiera parecer.
¿Quién no recuerda la repercusión de aquel biopic de Telecinco llamado Felipe y Letizia? La calidad de sus diálogos, su puesta en escena e incluso su vestuario, lograron unas insospechadas cotas de aceptación entre los telespectadores/comentadores en las redes sociales de nuestro país, aceptación como comedia, claro, pero convirtiendo la pieza en un éxito que será recordado durante años.
Es cierto que algunos de los responsables de la obra no estaban contentos con los comentarios sobre la misma, que se sentían injustamente tratados y hasta insultados en lo más profundo de su profesionalidad, pero creo que nadie en la cadena había imaginado nunca que llegaran a verterse tantas opiniones sobre un producto originalmente concebido para ser una peliculita de papel couché.
Algo muy parecido, por no decir casi idéntico, es lo que ha ocurrido con Sharknado, la película de serie B, casi C, de SyFy que, en su primera entrega, desató la locura de la misma manera que en su momento hiciera la producción de Telecinco, mostrando un público absolutamente entregado a la cutrez, a la inverosimilitud de las tramas, a la interpretación justita de sus actores. Lo mismo que aquello, pero a nivel mundial.
Mismo patrón de éxito: la ausencia de complejos, la absoluta liberación frente a algo que solo sirve para entretener, que no tiene mayores aspiraciones y que nos deja un par de horas de risas con amigos reales y otros tuiteros que nos conducen a la cama o a una última ronda de gin-tonics con la alegría de haber soltado unas buenas carcajadas. ¿Se puede pedir más?
La principal diferencia entre ambas producciones es que una nunca nació para ser una parodia y en cambio la otra, posiblemente no tanto como luego ha llegado a ser, pero sin duda nunca pretendió ser seria. Así es como hemos llegado a la emisión de una tercera entrega de la saga y vivimos ya la emoción de asistir a una cuarta, que se prepara desde el mismo día siguiente al estreno de anoche que, mostrando ya algunos signos de fatiga en la audiencia, sigue funcionando como el evento televisivo/cinéfilo del verano.
Y es que reírse de uno mismo es lo más sano del mundo, tanto si es de forma intencionada, como si un cúmulo de malas decisiones terminan por hacer de un trabajo serio una comedia mundana. Hay que reírse más, sobre todo cuando llegamos al punto en que las cosas ya no tienen remedio.