Dos polémicas en esta última semana han destapado de nuevo el absurdo concepto de que para trabajar en televisión es necesario ser periodista, como si realmente tener la licenciatura de esta rama de las ciencias de la información garantizara un mínimo saber estar frente al televisor y, sobre todo, como si lo que nos ofrece la televisión fuera siempre información que necesita de un decálogo común de profesionalidad para ser puesto en circulación. De hecho, estos programas son cada vez menos y, si bien lucen mucho cuando se puede presumir de tener los informativos más vistos o los más valorados del país, son el resto de programas que vertebran la parrilla diaria los que se llevan la mayor parte de la atención.
Una de las polémicas la ha sufrido Cristina Pedroche, foco de todas las críticas en los últimos tiempos, por cualquier motivo que se nos ocurra, pero ninguno tan ridículo como este. Satisfecha por el trabajo bien hecho, Cristina subía a sus redes sociales una fotografía de sus recién recogidos títulos universitarios: la licenciatura en administración de empresas (lo que antes se llamaba empresariales) y la diplomatura en turismo. Dos a falta de uno y terminados cuando está en su mejor momento televisivo, con poco tiempo para estudiar y, sobre todo, con poca fuerza de voluntad para hacerlo, toda vez que en su mismo lugar, más de uno habría abandonado toda responsabilidad estudiantil para caer en los golosos brazos de la bien pagada tele.
Parece que hoy en día tener una carrera universitaria es algo al alcance de cualquiera, absolutamente infravalorado y casi regalado, como si no supusiera horas de estudio, años de clases y un esfuerzo notable, especialmente si lo compaginas con el trabajo, cualquier trabajo y así, en lugar de felicitar a Pedroche por terminar su carrera, hay quién se echa las manos a la cabeza porque, oh, dios mío, las carreras que ella tiene no incluyen la de periodismo. Y le cae el gran chorreo porque, aparentemente, hay mucha gente en este país que cree que para trabajar en la tele basta con ser periodista o, como mínimo, ese el primer requisito que se exige. ¿De qué guindo se ha caído esta gente? Te puede caer bien, mal o resultarte indiferente, pero que alguien eche en cara a Cristina Pedroche que no tiene la carrera de periodismo, teniendo en cuenta el tipo de programas que hace, en lugar de congratularse de que se esfuerce por tener un título universitario, dice muy poco de nuestra sociedad. ¿Creerá está gente que los de Mujeres y hombres y viceversa son también titulados en periodismo?
La otra damnificada de la titulitis periodística esta semana es Melody, la cantante infantil que ahora de mayor aspira a entretener a la gente desde cualquier espacio que se lo permita y que debe tener un buen padrino en Atresmedia, pues después de su paso por Tu cara me suena, ahora mete la cabeza en Allí Abajo y esta semana protagonizará junto a uno de sus creadores, Óscar Terol, La trastienda de Allí Abajo, un programa de entrevistas informales en la que se ahondará en algunas de las particularidades de la serie. Un clásico programa de relleno, con tomas falsas, curiosidades y entrevistas a los protagonistas, que ha irritado a más de uno que considera que Melody no puede estar ahí porque «no es periodista».
Yo no puedo con vosotros, es que oís la palabra entrevista y enseguida se os va la cabeza a Ana Pastor entrevistando al Presidente del gobierno y no os dais cuenta de que hay mucho más mundo ahí fuera, que esto de las entrevistas no es patrimonio exclusivo de un grupo de profesionales y que, mejor o peor, cómo lo hagas nada tiene que ver con lo que hayas estudiado… es más, hasta puede ocurrir que un mismo programa presentado por un periodista y un no periodista, sea mucho mejor cuando el que pregunta no está constreñido por una serie de valores rancios y estrictos y lo haga mucho más atractivo para el espectador. Y tenemos un ejemplo clarísimo en esta temporada.
Olvidamos, según parece, que cuando se hace cierta televisión se está haciendo entretenimiento, que los informativos son una cosa y el resto de programas otra muy distinta, una en la que prima la diversión, la introspección, el desparpajo, el descaro, hasta la mala leche y, sobre todo, la subjetividad y personalidad de quién protagoniza el programa y eso son características propias de formatos no informativos y absolutamente incompatibles con los principios del periodismo (principios por otra parte, absolutamente pervertidos por los propios periodistas en demasiadas ocasiones).
Pero, no solo cuando hablamos de programas de entretenimiento el hecho de ser o no licenciado en periodismo es secundario, pues incluso en las tertulias más seguidas de nuestra televisión, programas de debate con un alto contenido informativo, los protagonistas son colaboradores expertos en distintas materias, más allá de la presencia como conductores de periodistas de carrera. Economistas, políticos, escritores, sociólogos, politólogos, hasta actores, todos ellos analizan el día a día de la actualidad con la misma autoridad (o falta de ella), sin necesidad de un título de periodista que les avale, bien por su activismo desde el altavoz que les proporciona el ser conocidos, bien por el conocimiento de las materias que tratan derivado de su profesión. Es más, algunos de ellos que son realmente periodistas, tanto de carrera universitaria como por los años que llevan ejerciendo en la profesión, son unos cantamañanas que hace tiempo dejaron atrás los básicos del periodismo para caer en la espectacularización, la bronca fácil y la opinión personalísima y adoctrinadora, elementos todos ellos que distan mucho de ser auténtico periodismo. Y tienen carrera, de periodismo… y años de experiencia.
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Haga lo que haga Pedroche le tienen que caer de un lado una panda de babosos y de otro lado gente con serios problemas mentales, que la persiguen por todas las redes criticando cada palabra y cada gesto que hace. Suerte para ella porque parece que tiene la cabeza en su sitio y todo esto le resbala.
La gente que pide el título de periodismo, es porque ni saben cómo funciona la TV, ni saben lo que es la carrera de periodismo.