Hace unas semanas El Diario me propuso escribir una pieza sobre como algunas series como The Good Wife retratan temas controvertidos para el actual panorama social, como las escuchas, los nuevos problemas que provoca internet y otros por el estilo.
Mi artículo va incluido en un especial sobre series con una pinta fabulosa que ha sido distribuido a los nuevos suscriptores y que será publicado online próximamente, un especial que se presenta esta misma tarde en un interesante debate sobre política y series que puedes seguir en directo aquí a partir de las 19:00.
Mientras tanto, aquí va mi parte.
Que el teclado predictivo de mi móvil sepa que después de «The Good» viene «Wife», no es una casualidad, sino una prueba más de las muchas sinergias que esta fabulosa serie tiene con la tecnología.
Hasta hace un par de años, si alguien me preguntaba cual era la mejor serie del momento, yo nunca tenía una respuesta clara. Había dramas y comedias que daban la talla, pero imposibles de comparar uno frente al otro; había piezas de algunas otras series inconmensurables, pero que se difuminaban en el conjunto, y siempre estaba lo más importante, la opinión personal de cada uno, ese prisma que todo lo cambia y que no podemos controlar.
Y luego llegó ella: Florrick, Alicia Florrick.
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