Mientras escribo esta entrada se está emitiendo la final de La Voz, un programa que emite su tercera temporada y que este año ha destacado especialmente por el soplo de aire fresco que ha supuesto la presencia de Laura Pausini entre los coaches, en sustitución de Rosario.
No es la primera vez que uno de los jueces de este concurso cambia, de hecho este mismo año también Alejandro Sanz ha sustituido a David Bisbal, y el pasado año fue Antonio Orozco el que aparecía en lugar de Melendi, pero parece que la italiana es la estrella del formato este año.
Es precisamente este foco el que ha despertado muchas críticas, destacando cómo el talento de los concursantes queda desdibujado por unas estrellas muy conocidas sobre las que descansa el verdadero ritmo del programa, erigiéndoles en auténticos protagonistas del mismo. Hasta ha salido algún triunfito a criticar este hecho, afirmando no conocer el nombre de ninguno de los finalistas de este año, incapaz de fijarse en quienes únicamente parecen herramientas para que los coaches hagan sus gracias, cuenten sus chistes o demuestren sus avances con el idioma.
No estoy nada de acuerdo contigo.
Que los coaches se hayan hecho con el programa es lo peor que le podía pasar.
El programa se titula «La voz» y no «Soy famoso y guau del paraguay», los protagonistas deberían de ser los concursantes, ya que se supone que es un programa para descubrir nuevas voces, nuevos talentos y si estos están bajo la sombra de los coaches ¿qué sentido tiene el programa?.
A veces me da la impresión que el programa sirve mas para promocionar, e incluso relanzar la carrera, a los artistas ya consagrados que a los nuevos por consagrar.