En TVE tienen un buen follón con los programas de debate político que arrancan esta misma semana con motivo de las elecciones autonómicas y municipales. No es nada nuevo, pues hace meses que venimos hablando del programa comandado por Ernesto Saenz de Buruaga, que inicialmente no pudo ponerse en marcha por cuestiones de producción (la ley obliga a que buena parte de los programas se hagan con el equipo técnico de la cadena y el proyecto original incumplía esta obligación) y que finalmente se estrenará el 25 de mayo, ya veremos con qué resultados.
Pero la noticia más inmediata la encontramos con el debate entre los principales partidos que se emite esta misma noche y en el que inicialmente no se incluía a UPyD. Sí estaban Ciudadanos y Podemos, máximos aspirantes a comerle terreno a los partidos tradicionales, pero sin representación en las cámaras autonómicas o ayuntamientos, al no haberse presentado todavía a ninguna elección de estos ámbitos. El cabreo de Rosa Diez y su equipo ha sido monumental y justificado, no podemos negarlo, y ante la obviedad, se ha incluido al partido en el debate a última hora.
¿El problema? Que el programa ya estaba grabado y la presencia de UPyD se limitará a una entrevista, dándole minutos, pero no presencia en lo que realmente es el formato: un debate. Se cumple así estrictamente con la ley electoral que obliga a la cadena a dar a los distintos partidos un espacio proporcional al número de votos, en una absurda búsqueda de la equidad e igualdad de oportunidades que solo vende al peso unos minutos, como si el contenido o la edición que se muestra en esas piezas no tuviera importancia alguna.
Parece que esta era la única solución a un problema derivado de la torpeza de quién dejó fuera a UPyD, pero también de la absurda idea de emitir un debate electoral grabado, como si la actualidad política de este país no cambiara de un día para otro, o incluso en horas, a un ritmo tan vertiginoso que es imposible a veces llegar a todas las noticias. Parte importante de un debate de estas características es ver la capacidad de los políticos de reaccionar ante imprevistos, y nada más imprevisible que un debate en directo que puede encontrarse de pronto con una última hora, unos papeles, unas grabaciones, un nuevo caso de corrupción que de la vuelta a los argumentos más primarios de alguno de los presentes.
Lo hemos visto incluso en los debates de programas de entretenimiento absolutamente intrascendentes como los de Gran Hermano o Gran Hermano VIP, cuyas galas de los domingos eran trepidantes en un directo y absolutamente descafeinadas cuando, grabadas por coincidir con periodos vacacionales o festivos, se dejaban por el camino las últimas reacciones de los protagonistas, destapadas en páginas web, peleas en twitter o discusiones en otros programas de la cadena, estos sí, en directo. Hasta Sálvame pierde ritmo cuando es grabado y los colaboradores han de cuidar lo que dicen para que no se note que hablan de cosas ya de por sí intrascendentes, pero aún más si pueden haber sido desmentidas o agravadas en apenas unas horas (nunca se puede subestimar la capacidad de los famosos de medio pelo para liarla con un solo tuit desafortunado).
Si cosas tan de andar por casa como los programas de vocerío de Telecinco notan la diferencia entre emitirse en directo o grabados ¡qué no pasará cuando hacemos lo mismo con un debate político! ¿Qué sentido tienen conocer las ideas que un representante de un partido tenía el miércoles si el jueves las portadas de los periódicos (deberíamos hablar ya de la home de los diarios) destapan un nuevo caso de corrupción en su partido? ¿Cuánto valen tus argumentos el miércoles, recién presentado tu plan económico, si cuando se emite el programa lleva ya 48 horas siendo cuestionado? ¿Cómo vas a hablar de pactos un día si al día siguiente se demuestra que eres incapaz de dar un paso adelante para favorecerlos? ¿Y si el día de la grabación arrancó una campaña para desmontar a uno de los partidos y llevamos dos días de acusaciones cruzadas?
No se puede hacer un debate político grabado, no, no se puede, menos aún si se trata de un debate electoral. La información hoy día va demasiado rápido como para arriesgarse a ser obsoleto, rancio y oler a naftalina, aunque apenas hayan pasado un par de días. No puede siquiera grabarse ese mismo día por la mañana, no se puede. Y si los señores políticos están demasiado ocupados como para hacer un directo a la hora del prime time, pues que no vayan, que ya habrá quién esté dispuesto a aprovechar su minuto de máxima audiencia, aunque las máximas de TVE estén en mínimas.
Imagen: Paralelo 36