Más de seis millones de espectadores (un 27% del share) pudieron ver anoche el estreno de Allí Abajo en Antena 3, Nova y Neox, un éxito para la ficción de la cadena, que no obtenía unos resultados tan buenos con una comedia desde hacía dos décadas. Compitiendo con una nueva edición de Masterchef (3 millones de espectadores y un 16% de share), que aguantó muy bien el tipo, terminó llevándose por delante la recién estrenada comedia de Resines, que si no cambia de día de emisión, parece abocada a la cancelación, al no llegar ni al 10% de share, un dato que Telecinco no se puede permitir en el prime time.
El éxito de este recibimiento radica principalmente en dos cosas: lo reciente del éxito de 8 apellidos vascos, aún en la memoria de todos, y las fabulosas críticas recibidas por parte de todos aquellos que vieron Allí Abajo en la pasada edición del FesTVal de Murcia, críticas que hablaban de la comedia del año y en las que encontrábamos muy pocas pegas o detalles negativos. Una unanimidad inusual en la que solo fallaba el papel de Mariano Peña, un paciente mayor, aburrido y algo caradura que, siendo lo más pintoresco de un hospital que apunta a centro neurálgico de la historia, destaca por lo forzado de un acento andaluz lamentable. No es que sobre el personaje, que puede dar mucho juego como secundario, es que la interpretación se ve emborronada por un fallo elemental.
En este sentido, algunas de las críticas que se podían leer durante la emisión del episodio, apuntaban a la necesidad de contar con actores propios de las zonas geográficas que se representan, en lugar de trabajar los acentos, una queja que no comparto y que solo resulta llamativa cuando el actor no logra un buen resultado o cuando lo exagera demasiado. Parecida opinión tengo al respecto de los tópicos que aparecían en la serie, exagerados y continuados, pero elemento esencial de una obra en la que la crisis y la confrontación nacen precisamente de esa cerrazón, de esa incapacidad para ponerse en la piel del de enfrente, con sus costumbres y sus prejuicios. De no ser así, se trataría simplemente de una historia de desconocidos con distintos caracteres que se encuentran en un momento determinado de sus vidas y, tras un primer encuentro complicado, terminan forjando nuevas relaciones. Que vengan de dos mundos aparentemente diferentes es lo que da color a la situación, que no deja de ser una parodia.
María León está adorable en su papel de jefa de enfermeras, Jon Plazaola mejor de lo que esperaba tras leer algunas opiniones (aunque en su diálogo sobre más de un «kabenzotz») y parece que Mari Paz Sayago, en su papel de recepcionista, se va a convertir en el descubrimiento del año o al menos en uno de los papeles más queridos de la serie.
Así las cosas, lo que a mí personalmente me decepciona de la serie es la ausencia de un tono de comedia diferente. Esperaba carcajadas, confiaba en que por fin una comedia española me conquistara de nuevo, pero he de decir que no ha sido el caso. Vaya por delante que, como no me canso de repetir, no soy público de comedia, ni española ni americana, y tampoco me hizo especial gracia 8 apellidos vascos, así que conmigo lo tenían complicado. Posiblemente tendría otra opinión de haberla visto en un preestreno, rodeada de gente y contagiada por sus risas, una experiencia absolutamente recomendable para cualquier tipo de serie, pero que parece enmascarar la sensación que posteriormente se tiene en el salón de casa, a solas o con un reducido grupo familiar.
Eso es lo que debe haber pasado con las críticas que Allí Abajo tuvo tras su pase a prensa pues, pese a ser una serie bien hecha y con una trayectoria que atisbamos fructífera, no parece que nos encontremos ante una revolución de la comedia española.
Curiosamente el que más se ha critidado por su acento andaluz es andaluz, Mariano Peña (Huelva). Más que problema de acento la serie tiene problema de dicción. Pero eso no quita que tenga golpes de humor buenos y que necesite que se le de tiempo para que los personajes se acoplen. También en el primer episodio de Aída rechinaban cosas.