Que Alberto Chicote se ha convertido en todo un personaje televisivo es algo innegable, ya desde su primera aparición en pantalla como versión española del Gordon Ramsay de Pesadilla en la cocina. Su pizpireto movimiento entre fogones, su aspecto de niño travieso, su constante expresión de incredulidad ante los comportamientos de algunos profesionales de la cocina y su capacidad para pasar de la ternura a la peor de las malas leches en tiempo récord, han conquistado a buena parte de la audiencia.
Es esta capacidad para convertirse en personaje televisivo, su llegada fácil al gran público en forma de naturalidad o de forzada personalidad, la que le convierte en buen conductor de un programa de divulgación informativa como El precio de los alimentos, el reportaje que ayer emitía La Sexta en lugar de Salvados y que buscaba explicación a los distintos vaivenes del precio de elementos básicos de nuestra cesta de la compra como los tomates, el azúcar, el pan o el aceite de oliva.
La premisa era buena y la apuesta por hacer un reportaje diferente, con una cara no periodística llevando la voz cantante, un acierto desde mi punto de vista. Salvando las distancias, es como la vuelta a las entrevistas que dieron en Cuatro con Viajando con Chester, eligiendo a un personaje que no es periodista para hacer un trabajo tradicionalmente reservado a estos profesionales, lo que favorece un acercamiento a la gente de a pie.
Pese a la buena elección de conductor y la buena idea de perseguir y acercar al ciudadano la razón de algunas de las fluctuaciones de precio de los productos más habituales de la cesta de la compra, el programa no resultó del todo convincente, principalmente por el ansia por contar demasiadas cosas en muy poco tiempo. El frenético ir y venir de Chicote de un país a otro, de ciudad en ciudad, a veces real, otras veces solo como una voz en off ilustrando imágenes, provocaba una desagradable sensación de no atender a nada en profundidad. La construcción del relato parecía centrada en ir soltando datos y mostrando localizaciones, con más interés por formar un cuadro de factores en cadena en distintos puntos del mapa, que por pararse a analizarlos, tanto los datos como sus consecuencias derivadas. En el caso del azúcar, por ejemplo, se mostraba la cantidad ingente de alimentos «salados» que la contienen, sin entrar a valorar cómo esto puede afectar a la salud, si supone realmente un engaño al consumidor o qué razones hacen que se incluya azúcar en productos que a priori no la necesitan.
Efectivamente, se trataba de analizar el precio de los alimentos y no sus efectos sobre la salud o el mercado en general, pero creo esencial abrir el foco sobre la investigación y darle al consumidor medio datos fundamentales acerca de la diferencia que puede suponer comprar un pan congelado a 0,20€ frente a comprar uno casero, recién hecho, a un euro más, no solo en su bolsillo, también en su salud, si la tiene. O también analizar cómo un comerciante puede no ganar dinero con un determinado producto que, convertido en reclamo para la clientela, aumente sus ventas sobre otros productos que lo compensen.
El precio de los alimentos analizaba la cascada de acontecimientos que provocaban un cambio en el coste de su producción y venta, pero se paraba ahí, sin entrar a valorar la otra cascada, la de las consecuencias, lo que dejaba el reportaje, a mí entender, cojo en su planteamiento. Las prisas por contarlo tampoco ayudaron, dejando una incómoda sensación de no haberlo entendido del todo o de necesitar más información para asimilarlo.
Completamente de acuerdocon tu artículo. Me gustó Chicote y la relaización del programa, aunque podría estar patrocinado por Biodramina con tanto plano de trayectos en distintos vehículos…
Daba la impresión de ser un programa piloto destinado a convencer a la cadena de la necesidad de hacer un programa individual de cada premisa.
No me gustó el sensacionalismo innecesario sin aportar los motivos de las actuaciones. Por ejemplo, contar por qué se dictan cuotas desde Europa y cuales son las ventajas por las que se aceptan,en vez de dejar en el aire qeu abusan de nosotros; o en las cuentas del ganadero, incluir las subvenciones al ganado que se dan desde la administración a la hora de calcular la ganancia por animal…